Una pena que tuviera tan poca cabeza, le gustaba demasiado la fiesta y dormir. Para quien no lo conozca aquí va un tocho (atentos a las anécdotas, que son míticas):
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Jorge Alberto González Barilla, "Mágico González" nació en San Salvador el 13 de marzo de 1957. Ha sido sin duda el jugador que más huella ha dejado en este en club en sus más de 90 años de historia, con el que se identifica todo el cadismo y con quien identifica al Cádiz toda España. Su particularísimo estilo dentro y fuera del campo le dieron ese aire de genio extravagante que sólo unos pocos alcanzas. Las anécdotas que se dieron en el Cádiz con él en el equipo son innumerables.
Su trampolín a Cádiz fue sin duda el Mundial España82. En él destacó por encima de muchos un espigado delantero de El Salvador apodado en su país "El Mago". Camilo Liz, el por aquel entonces secretario técnico del Cádiz, quedó encadilado con el astro y recomendó su fichaje. No en vano Mágico formó parte del mejor "once" del Mundial, pese a que su selección perdió los tres partidos, marcando sólo un gol.
Comenzó por tanto la temporada 82-83 en el Cádiz(debutando el 11 de septiembre del 82, en un Cádiz-Murcia que acabaría 1-3), donde permaneció dos temporadas. Pero sus continuos avatares fuera del terreno de juego pudieron con la paciencia de Manuel Irigoyen, que para la temporada 84-85 lo cedió al Valladolid, a pesar de su buen rendimiento. Gonzalo Alonso, presidente del club vallisoletano en aquellos años declaró que lo consideraba, después de Maradona, el mejor jugador del mundo. Pero su paso por el Valladolid fue meramente efímero: allí no comprendieron al Mago ni él se identificó nunca con la ciudad y el equipo. Y pese a haber declarado que Mágico jamás volvería a Cádiz, lo cierto es que en el verano de 1986 fue de nuevo presentado, pero con un contrato muy particular: 700 dólares por partido jugado. El Cádiz se guardaba así las espaldas ante sus conocidas salidas nocturnas. En esta segunda etapa cuatro fueron los técnicos que lo tuvieron a sus órdenes: Cardo nunca contó con él, Milosevic lo entendió y acepto como era, Vidal también supo tener mano izquierda con él, aunque se convirtió en su pesadilla: iba tras él muchas noches, parecía su guardaespaldas. David Vidal lo buscaba en las discotecas gaditanas, y Mágico, cuando lo veía, se escondía en la cabina del disc-jockey, donde a veces incluso llegaba a quedarse dormido. Víctor Espárrago, su último técnico en España, supo sacar de él lo mejor que tenía y lo volvió a poner en la cumbre.
Un 6 de junio de 1991 abandonó Cádiz por la puerta de atrás. Regresó a su país, y se enroló en las filas del FAS, su otro equipo de toda la vida, donde estuvo jugando hasta 1996. Pero el Mago no estaba dispuesto a colgar las botas. Probó suerte en el extranjero, y en 1998 fue llamado por el seleccionador de El Salvador para disputar un torneo amistoso. El partido de su adiós fue ante la selección de Brasil, en el que jugó los últimos 23 minutos, aunque no pudo evitar la goleada que sufrió su equipo. Pero eso era lo de menos, el Mago colgaba definitivamente las botas.
Aun así no dejó de estar vinculado al fútbol. Probó unos meses como segundo técnico en la liga estado-unidense, en plena progresión, en el equipo de Houston. Pero terminada la aventura americana volvió a su país. Nadie daba un duro por su reaparición en Cádiz, pero ésta se produjo. Fue en febrero del 2001, aunque la causa no era precisamente para alegrarse: Mágico vino para jugar un partido amistoso para recaudar fondos para los damnificados de el terremoto que asoló El Salvador en enero del mismo año. El partido fue todo un éxito. Cádiz entera se volcó para recibir a su ídolo, y se consiguieron recaudar 11 millones de pesetas. El Mago no daba crédito al recibimiento, no se lo esperaba, y Cádiz le dio el tributo que no se llevó en el 91. Tres generaciones de cadistas se dieron cita para reverenciar al mayor jugador que ha tenido este humilde club. La crónica de aquel partido la tienes aquí. Las anécdotas extradeportivas de Mágico se cuenta por miles. Pero también dentro del campo daba que hablar. Algunos lo vieron hacer toques con un paquete de tabaco, y daba más de 20!!! En una ocasión, agarró un balón en la banda izquierda, y se plantó en la frontal del área tras irse de cuatro contrarios. Esperó que el portero saliera un poco y luego le elevó el balón por encima. El guardameta tuvo que ir al centro del campo a felicitar al salvadoreño.
Muchos equipos extranjeros, entre ellos Atalanta o Paris St. Germain, se interesaron por él, pero a Mágico jamás se le pasó por la cabeza irse de Cádiz. En ningún sitio como aquí hubieran sabido entenderle sus excentricidades. Muchos dijeron que de haber tenido disciplina y habérselo tomado más en serio habría llegado más lejos que Maradona. Desde luego técnica la tenía toda. Muchas fueron las anécdotas que le hubieran hecho durar en un equipo de mayor categoría apenas un suspiro. Una vez, tras varias salidas y desplantes, se reunió con Irigoyen y prometió "portarse bien". Tras esto desapareció una semana. En otra ocasión, se volvió descalzo a su casa, le dio sus zapatos al gitano "El Bohiga", que se le ocurrió decirle que su calzado era muy bonito. He aquí otra prueba de que jamás podría haber jugado en un equipo "grande": se fue en una ocasión de gira un verano con el Barcelona. En una broma del equipo del Fluminese, que simuló un incendio, él fue el único que no salió: lo encontraron en la cama con una californiana repitiendo "yo no he sido". Quien no recuerda aquella ocasión en que se quedó dormido en el vestuario en el descanso de un Atl. Madrid-Cádiz, a manos de los masajes de Rovira.
Pero sus historias no siempre eran malas. Siendo entrenador Benito Joanet, Mágico se quedó dormido y se olvidó de presentarse a la semifinal del Trofeo Carranza. El salvadoreño se presentó en el descanso en el estadio, y el técnico decidió ponerlo, con 0-1 del Barcelona, rival de los locales. El Mago se convirtió en el revulsivo: marcó dos goles y dio los otros dos para que el Cádiz goleara a los catalanes.
Pero además de por todas estas cosas, Mágico no se hubiera ido a otro equipo porque no jugaba por dinero. Así mismo lo declaró antes del partido benéfico, y así lo ha demostrado varias veces. En el 95, el FAS ganó el último título de liga que tiene en su haber, pero Mágico nunca fue a recoger los cheques correspondientes a las primas. Así es el Mágico.