No seré breve:
Antes del verano de 2003, la cosa más paranormal en la que creía era el misterio de que las palomitas salgan de algo tan duro como un grano de maíz.
Soy escéptico hasta la médula y por eso acepté una sesión de ouija. Mi plan, además de cachondearme de los que se lo creyeran, era tomarles el pelo moviendo la guía de madera y diciendo chorradas -la ouija era la típica que vendían hace años en las jugueterías, y la encontró mi amigo Luis en su desván-. Por supuesto, siempre he estado más que convencido de la sugestión de unos y las ganas de acojonar de otros en el tema de la ouija.
Aquel viernes 15 de agosto de 2003 quedamos con Sheila -la pseudonovia de Luis- y Laura, una amiga suya de Valencia que veranea en un pueblo cercano al mío. Luis tiene un sótano estilo americano con caldera y donde su padre guarda cacharros -antes era fontanero-. Allí es donde solíamos ir en las noches de verano a jugar a la Dreamcast o ver la tele, se estaba muy fresquito.
Pero ese día nos aburríamos mucho después de tanto rato dándole al Quake 3, y las chicas empezaban a dar por el saco porque querían ver Eduardo Manostijeras, que habíamos alquilado por la tarde pero yo yo había visto 1000 veces. En lugar de eso, a Luis se le encendió la bombillita y dijo "tranquilos, que tengo algo con lo que nos vamos a divertir". Subió y nos dejó a los tres solos, y al rato bajó con una caja mugrienta y polvorienta en las manos. La puso sobre la mesa y ¡tachán! Una ouija. La cara de las chicas fue de espanto y rechazaron jugar, pero yo empecé a meterme con ellas con las típicas tonterías fantasmales y accedieron sólo por cerrarme el pico. "Ésta es la mía", pensé. "Se van a cagar".
El único que había hecho algo así antes era Luis, que nos contó que el vaso apareció rayado con el nombre de uno de quienes estaban jugando pero no le pasó nada aparte de las típicas paranoias. Por supuesto, no me creí ni una palabra, y hasta le seguí la corriente para asustar a las chicas. Empezó a decir las típicas tonterías de invocación de espíritus, y yo cada vez tenía que hacer mayores esfuerzos por no descojonarme o dar golpes en el cristal de la mesa. Por supuesto, la pieza de madera con forma de ¿corazón? ni se movía, a mí se me empezaba a cansar el dedo y dije "bueno, ¿aquí todo el mundo se lo cree o va a empezar alguien con la broma de una vez?". Y entonces se movió hacia el NO. Guau, no me lo esperaba...
. Le preguntamos que quién era, y nos respondió que era la antigua propietaria de la casa -un coñazo eso de ir letra por letra, por cierto-. A esas alturas ya daba por sentado que el que iba con la broma era Luis, pero cuando dijo que sus padres compraron el solar sin ninguna casa y edificaron directamente pensé que era alguna de las otras. Le volvimos a preguntar y dijo "hace 30". Pues vale, gracias por la aclaración. Luego lo típico de las preguntas sobre su edad, de qué murió... 22 años y en un incendio. Vaya, como en cienes y cienes de películas...
Yo ya estaba harto de que no hubiese acción y empecé con las preguntas interesantes, lo que me recuerda que en las películas de miedo el graciosillo escéptico es de los primeros que caen. Lo primero fue que le dije que nos hiciera una señal, lo tipico. ¿Qué respondió? "Ahora NO". Luego le pregunté si descansaba en paz (típico, yo con cara de medium partiéndome de la risa), y también dijo que NO. A la pregunta de por qué, respondió "maldad".
Total, un aburrimiento y falta de inspiración para tomar el pelo. Pero en ese momento se me ocurrió preguntar "¿qué quieres?" y aquí es cuando viene la típica frase de peli de miedo. "A TI". Miré a los tres cabroncetes que tenía delante pero me miraban asustados y muy convincentemente, no habría sabido quién me la estaba jugando. Separé mi dedo de la ouija y dije algo como "¿mañana por la noche te viene bien?". La ouija, con los 3 participantes restantes dijo "AHORA SÍ".
Entonces, y juro que me da igual que me creáis o no, se encendió la tele en el canal del vídeo. No un chirrido, nada de sonidos imaginarios o puertas que se cierran casualmente por el viento. No. Una mierda de tele sin mando a distancia. No me lo creería si no me hubiese pasado a mí, haced lo que queráis.
Aunque no quisiera reconocerlo eso me había acojonado, y los tres estábamos petrificados alrededor de la mesa de cristal y aluminio sin saber qué cojones había pasado. Yo dije que no pensaba jugar más porque me daba mal rollito, y los demás dijeron lo mismo. Entonces Luis dijo lo que ya se ha dicho por aquí, que no puedes llamar a un espíritu sin cerrar el vínculo o lo que puñetas sea, yo sólo sabía que tenía que salir de allí echando chispas, si el espíritu me pedía que le hiciese un striptease lo habría hecho gustoso sólo por pirarme cuanto antes. De la "despedida" de Luis no recuerdo las palabras exactas, pero primero el espíritu dijo "3 veces" sin venir a cuento (ojo a eso) y luego a cada puta palabra que decía Luis la madera se iba hacia el NO. Conscientemente empujé hacia el otro lado y no se movió nada, y cuando ya llevábamos tres NO me cabreé, los miré a los tres y les dije que ya estaba bien de hacer chorradas y que se separaran de la ouija (bueno, lo dije con palabrotas, pero eso sobra ahora). Le dije a Luis que le preguntáramos sólo los dos y la pieza no se movió. Volvimos a hacerlo los cuatro y nada. Le preguntamos más veces y tampoco pasó nada, fuese quien fuese el de la bromita había visto que me lo tomaba en serio. Lo de la tele podía haber sido porque los botones a veces "saltan" y tienes que darles fuerte a algunos para cambiar de canal. Pero de ahi a encenderse había un trecho -si se hubiese apagado no me habría acojonado, eso sí-.
Subimos a la planta baja sin decir ni mu pero al poco rato ya estábamos como si nada en la cocina haciéndonos unos sandwiches con jamón York caducado una semana -no había ganas para ir a la heladería-.
Bromeé un poco sobre lo de la tele -clásicas alusiones a Poltergeist- y todos tan contentos. Aun así, sabía que esa noche al irme a dormir iba a estar cagado. Al cabo de un rato -serían las 11-, Laura dijo que se encontraba mal. Normal, cuando uno acepta comer cosas caducadas tiene que afrontar ciertos riesgos. La subimos a la habitación de Luis y yo me quedé con ella porque los tortolitos estaban con ganas de rollo y yo prefería estar con Laura -dejarla sola en una habitación extraña después de lo del sótano tampoco sería buena idea, que todos hemos visto películas-. Se tumbó en la cama y yo me quedé sentado a su lado contándole mi famoso chiste del Concurso de Vómitos
Vamos, muy apropiado para la ocasión.
Ahora viene lo bueno.
De repente, la chica cierra los ojos y se pone a llorar. Así, sin más. Le pregunto que qué le pasa y me dice que nadie la quiere.
Ahí es cuando a todo tío se le ocurre ir de ave de rapiña y tal, pero yo le digo que el que no tuviese novio no significaba que nadie la quisiera, y que ya encontraría a uno que la mereciera y bla bla bla -la conocía de un par de días, qué le iba a decir-. Entonces me habla de alguien a quien quería mucho y que le hizo mucho daño, lo típico.
En un instante abre los ojos, mira hacia el techo y dice "viene a por mí". Yo me quedo
y le digo "¿qué? ¿Quién?". Y responde "él". Y yo: "¿tu exnovio?" y ella vuelve a decir "él". Vaya forma de explicarse.
Es en ese momento cuando, sin mediar palabra, se incorpora, se me acerca, se arrodilla en la cama y se empieza a desabrochar los botones de la camisa mientras me mira fijamente. Yo, petrificado, no sabía qué narices decir o hacer, esas cosas no me pasan todos los días. Imaginaos en mi situación, era de lo más raro. Después de la camisa se quita el sujetador -azul pastel, desde entonces no puedo ni verlos- y ahí es cuando le digo que pare, que no la conozco de nada y que no voy a hacer nada. Sí, soy de esa clase de imbécil. La tía, sin hacerme ni puto caso, se desabrocha los pantalones y se los baja hasta los tobillos, momento en el cual me levanto para irme pero me coge de un brazo y me dice que no, que me quede. Ahora ya se los ha quitado del todo.
Recapitulemos. Tenemos en este momento una noche de lo más paranormal y una tía en bragas en la misma cama que yo mirándome con una cara de mantis religiosa que no había visto en mi vida. Me vuelvo a sentar esperando que se me encienda la chispa de reacción y ella me coge por los hombros, me tumba en la cama, se me pone encima y se empieza a quitar las bragas con una mano mientras tiene la otra apoyada en la almohada. Mientras que para muchos de vosotros, amiguitos pajilleros, esto podría ser la Tierra Prometida de los viernes noche, en el momento en que la chica -de muy buen ver, para hacer la cosa más divertida- me empieza a desabrochar a mí los botones de los vaqueros yo me empiezo a poner MUY nervioso y le aparto la mano. Lo mío es con amor y, en su defecto, con condón, y ahí no había ni lo uno ni lo otro.
Le digo que se acabó, que se vista antes de que suban los otros y que no es mi estilo ir a saco de esa manera. Se quita de encima de mí, se arrodilla y otra vez se pone a llorar. Cuando le toco el brazo y le digo que no llore, deja de hacerlo y me casi-grita: "¿Es que no me quieres follar? ¿Eh? ¿No te gusto? ¿O no tienes pelotas?".
Obviamente las tenía, pero un poco encogidas y asustadas, todo hay que decirlo.
Vuelve a ponerse encima de mí (yo ya me había incorporado y me vuelve a tumbar) y repite:
-Soy tuya... soy tuya... soy tuya....
Pero así, sin más.
Joder, yo cada vez flipaba más. Cuando ya lo ha dicho mecánicamente unas 5 ó 10 veces -yo qué sé, como si fueron 50-, empieza de repente a sacudirme y a clavarme las uñas en los brazos a lo bestia pegando gritos hasta que "ruedo" y me pongo encima de ella para soltarme. Me levanto y me pongo al lado de la cama, justo en el momento en que entra Luis diciendo "¿quién ha gri...ta...?" y pone una cara de alucinado que había que verla. Viendo la situación y pensando que estábamos de rollito sesuar, se da media vuelta y dice "bueno, yo me voy", pero yo le digo que yo también. Girados como estábamos hacia la puerta, Laura pega un grito sobrehumano -cuando digo sobrehumano no exagero, eso no lo hace una persona-, salta de la cama y carga contra mí creo que con el hombro, porque al estar de espaldas lo único que recuerdo es un golpe tremendo y mi cara estampándose contra la mesilla de noche -lo que me dejó un precioso labio abierto aquella noche y una pequeña marca para siempre, pero no era eso lo que me preocupaba en aquel momento-.
Mientras estaba en el suelo comenzó a darme puñetazos en el pecho e intentar arañarme la cara -yo preferí poner los brazos- mientras gritaba "VIENE!! VIENE!!" y Luis me la intentaba quitar de encima -él mide como 1'90 y ella no llega a 1'70 y sobre 50 kg-, pero aun así no había forma de separarnos y en uno de los golpes le dio un codazo que lo echó rodando hacia atrás. Seguramente no lo estoy explicando muy bien, pero sobra con decir que eso NO LO HACE UNA CHICA ni de casualidad, y menos a un tipo tan corpulento. Entonces sube Sheila y al intentar abrir la puerta se encuentra conmigo en el suelo bloqueándola -se abre hacia dentro-, su novio en la otra punta de la habitación y esta psicópata en pelotas intentando matarme con sus propias manos.
Al final consigo quitármela de encima, o bien ella es la que se deja quitar. Si Luis se está levantando a la derecha de la cama, ella va por el lado izquierdo, al lado de la ventana, la abre y dice, con una voz rarísima y amenazante y una mirada acojonante con los ojos rojos a más no poder que fija EN MÍ Y SÓLO EN MÍ:
-Tres lunas, tres noches, tres veces vendrá. Tres lunas, tres noches... la luna está sangrando. Está sangrando...
¡JOOOODER! ¡LA MADRE QUE LA PARIÓ!
Cuando acaba de decirlo se queda parada, mira por la ventana y se queda así, inmóvil. En ese momento ya me he levantado y Sheila ha entrado, pero su novio no le deja acercarse a Laura. No sé qué narices le grita, pero la tía sigue mirando por la ventana agarrada a las cortinas y manchándolas con mi sangre -en aquel momento no supe si era suya o mía, y si era mía no me había dado cuenta de que del labio me estaba saliendo a borbotones-.
Pero, a diferencia de las películas de miedo, llegaron refuerzos cuando hacía falta. Quietos como estábamos los cuatro, oímos la puerta de la entrada, alguien que va al comedor y luego al sótano a ver si estábamos allí. "Luiiis", se oye. "Mamá, sube con papá pero no os asustéis", grita Luis. Justo cuando su madre se está asomando por el marco de la puerta, Laura se gira, da un grito y entonces pasa algo que por mucho que vaya al psicólogo no se me borrará jamás de la mente.
Con el grito, las dos bombillas del techo explotan. La habitación se queda a oscuras casi totalmente, lo suficiente para no distinguir las formas.
En el instante que me cuesta reaccionar e intentar salir antes que nadie de allí, se oye un ruido ahogado. Salimos todos de la habitación -menos Laura, claro-, la madre de Luis preguntando qué coño pasa allí. El padre, que en ese momento ya ha subido las escaleras, al ver que algo ocurre y que la luz de la habitacion está apagada, enciende la del pasillo. Entonces vemos a Laura bajo la ventana, tirada en el suelo, con un corte (o arañazo tremendo, segun se mire) desde un hombro (no me hagáis recordar cuál), cruzando el pecho y acabando casi en el ombligo. El padre entra, ve que está inconsciente y la baja en brazos al comedor delante de nosotros, mientras no da crédito a la escena que acaba de ver. Una vez la deja en el sofá le toma el pulso y su mujer trae unas toallas para secar la sangre que le sale poco a poco de la herida.
Por supuesto nos preguntan qué narices ha pasado -bueno, sus palabras fueron "¿qué cojones le habéis hecho?"-, pero ninguno de nosotros acertó a responder nada coherente hasta que Sheila dijo entrecortadamente algo de la ouija. Entonces la madre de Luis le preguntó a Sheila el teléfono de la casa de Laura, pero estaba tan nerviosa que no sabía ni dónde había dejado el móvil. Lo busca por el comedor y entonces nos mira y dice que está en su bolso, y que se lo ha dejado... ¿adivináis dónde?
En el puto sótano.
Pero como ya he dicho que esto no es una película de miedo allí ni Dios se movió, al sótano no bajábamos ni de coña -ni siquiera su madre dijo que ella lo cogía, también tenía el miedo en el cuerpo-.
No pasaron ni 5 minutos hasta que Laura se despertó, cinco minutos en los que me planteé seriamente salir por patas de allí por si le volvía a entrar la manía asesina. Cosas mías.
Tapada con una manta, cuando despierta no dice nada, entreabre los ojos para mirar a un par de puntos imaginarios y se queda quieta. Cuando los padres de Luis insisten preguntando si está bien, ella sólo dice "¿qué? ¿qué?". Al cabo de unos minutos pregunta si se ha desmayado, y luego que qué ha pasado. En eso me acerco yo y al mirarla por suerte no veo la misma mirada que antes en la habitación, más bien lo que veo son ojos de sobresalto y miedo porque acaba de ver que tengo toda la camiseta llena de sangre. Vuelve a preguntar qué ha pasado, pero... nadie lo sabe.
Al cabo de un rato los padres de Luis sacan el coche del garaje y en él se meten Luis, Sheila y Laura, ya vestida pero todavía con una manta encima. Van a casa de Laura, pero como yo no quepo en el coche y van a otro pueblo, me voy a mi casa. Aquella noche no dormí, y arrastré a mi insomnio a mi hermano, especialmente después de contarle la historia al llegar a casa. Mi madre ya se había ido a dormir -mejor, porque seguro que me habría llevado a Urgencias a que me pusieran un par de puntos-, y nosotros nos quedamos toda la noche cagados de miedo en el salón, yo mucho más que él. No pasó nada raro. A la mañana siguiente se lo conté a mi madre, que rápidamente llamó a los padres de Luis. Por lo que le contaron, los padres de Laura se habían puesto como una furia al ver a su hija con todo tipo de magulladuras y ese largo corte, y aquella misma noche habían amenazado con denunciarnos a todos por hacer "ritos satánicos" con su hija.
Yo no estaba para muchos trotes -en el médico me dijeron q tenía una costilla no rota del todo pero astillada, y dolía muchísimo-, pero dos días más tarde fuimos todos, nuestros padres incluidos, a casa de Laura para aclarar el incidente de una vez, y Luis a llevarle su moto que había dejado aparcada al lado de su casa aquella noche. Pero allí no había nadie, las persianas estaban bajadas y, al parecer, ni rastro del coche de los padres de Laura. La moto se quedó allí aparcada y Luis dejó las llaves en el buzón. A los tres días Sheila volvió a pasar y la moto ya no estaba. Desde aquella noche no hemos vuelto a saber nada de Laura, excepto que dio de baja su móvil y sus padres dejaron de alquilar el chalet durante el resto del verano, y el verano pasado tampoco volvieron.
Tal vez el único detalle que me falte es que cuando el padre de Luis le echó narices a la cosa y bajó al sótano al día siguiente, la ouija estaba partida por a mitad. Sí, partida. De todo lo que ocurrió aquella noche, es una de las cosas que menos me sorprenden.
En la casa de Luis, desde entonces, no ha pasado nada raro, excepto lo que él se haya imaginado después de una experiencia así. Todos hemos visto gente reflejada en un espejo, o por el rabillo del ojo, y también hemos sentido presencias en nuestras casas en más de una ocasión y hemos visto objetos cambiados de lugar sin ninguna explicación. Imagino que eso sí es sugestión, pero ya no sé qué pensar después de todo.
No sé Luis, pero Laura tuvo que tomarse tranquilizantes durante una temporada y yo he tenido que ir haciendo viajecitos al psicólogo de vez en cuando. Lo más frustrante de estos casos es, precisamente, encontrarte con la reacción que yo antes tenía cuando escuchaba estas historias: "te lo estarás imaginando", "seguro que es sugestión", "si no lo veo, no lo creo". Y eso incluye al psicólogo, que no por serlo es más listo que nadie y yo sé que en el fondo debe de pensar que se me va la olla. Me imagino a mí mismo riéndome de muchas de las historias que se han dicho en este hilo, pero eso por mi parte ya no volverá a pasar.
Si sois más felices siendo escépticos, no os creáis nada de lo que he dicho y ya está, pero NUNCA hagáis tonterías con una ouija sólo para demostraros a vosotros mismos que no creéis en esas cosas. Y a los que os gusten estas cosas, yo sólo os digo que cada uno que haga lo que quiera, pero yo no quiero ni oír hablar del tema, y la mayor parte de la gente que conozco no tiene ni idea de lo que ocurrió aquella noche de verano -eso incluye a mi novia, por ejemplo-. Si os lo digo es precisamente por el anonimato de un foro en internet, y porque me da igual que me creáis o no.
Un saludo.