rudedude escribió:correcto pero ni aún así encontrais las fotos?
En primer lugar, sólo te importaba en el primer viaje.
Tienes todas las pruebas.
No tienes más argumentos.
Te empecinas en las fotitos con estrellas desde la Luna.
No se encuentran. Por lo tanto...
Nunca fuimos a la Luna.
Fantástico: Te has ganado un gallifante.
PD. Mirad ésto:
http://www.astroseti.org/vernew.php?codigo=1005
Ah espera, no! Que no os gusta buscar información... venga, os lo pongo aquí.
Mirando el universo…desde la Luna
Aparentemente, la visión de la NASA sobre la exploración espacial apunta hacia el retorno de humanos a la Luna. Y entre las posibilidades, se encuentra la de la construcción de un observatorio astronómico en su superficie.
Hace más de 30 años, el Dr. Roger Angel llegó a la Universidad de Arizona, atraído por las favorables condiciones para la observación astronómica existentes en el área de Tucson, Arizona. Cerca de allí se encuentran varios observatorios y el clima es maravillosamente templado. Pero ahora, Angel propone la construcción de un telescopio en un lugar algo más remoto y no tan agradable: un cráter polar en la Luna.
Conocido por sus innovaciones en espejos ligeros para telescopios y en ópticas adaptativas, Angel dirige ahora un equipo de científicos de EE.UU. y Canadá que está explorando la posibilidad de construir un Observatorio Infrarrojo de Campo Profundo cerca de uno de los polos lunares utilizando un Telescopio de Espejo Líquido (LMT = Liquid Mirror Telescope).
Este concepto es una de las 12 propuestas que en octubre del 2004 comenzaron a recibir financiamiento del Instituto para Conceptos Avanzados de la NASA (NIAC = NASA Institute for Advanced Concepts). Cada uno de ellos obtuvo 75.000 dólares para seis meses de investigación a los efectos de realizar estudios iniciales e identificar los retos para su desarrollo. Los proyectos que logren superar la primera fase será elegibles para recibir hasta 400.000 dólares más a lo largo de dos años.
Los LMT consisten en un líquido reflector, comúnmente mercurio, girando en una plataforma en forma de cuenco para formar así una superficie parabólica, perfecta para las observaciones astronómicas.
Originalmente, fue Isaac Newton quien propuso la teoría, pero la tecnología necesaria para construir con éxito un aparato así solamente se ha desarrollado en épocas recientes. Hoy en día está en uno apenas un puñado de ellos, incluyendo un LMT de 6 metros en Vancouver, Canadá, y una versión de 3 metros que utiliza la NASA para su Observatorio de Desechos Orbitales en Nuevo México.
En la Tierra, los LMT se ven limitados en su tamaño a unos 6 metros como máximo debido a que el viento autogenerado que resulta de la rotación del telescopio provoca distorsiones en la superficie. Además, al igual que otros telescopios con base en nuestro planeta, los LMT se ven sujetos a la distorsión y absorción de la atmósfera, lo que reduce grandemente el rango y la sensibilidad de la observación infrarroja. Pero una Luna carente de atmósfera, dice Angel, proporciona un lugar perfecto para este tipo de telescopio, a la vez que tiene la gravedad necesaria como para que se forme el espejo parabólico.
El potencial de un LMT en la Luna es que permite la construcción de un telescopio muy grande. Como referencia, el Telescopio Espacial Hubble tiene un espejo de 2,4 metros, y el Telescopio Espacial James Webb (JWST = James Webb Space Telescope), que está en desarrollo para ser lanzado en 2011, tendrá un espejo de 6 metros.
El concepto para la propuesta NIAC de Angel es un espejo de 20 metros, pero con la investigación que el equipo ha realizado hasta ahora, están pensando ahora en construir espejos muy grandes, siendo la mejor opción uno de 100 metros.
Están considerando también LMTs más pequeños. “Obviamente. no podemos llegar a la Luna y construir un espejo de 100 metros como primera cosa”, dijo Angel. “Estamos pensando en una secuencia de tamaños de 2 metros, 20 metros y 100 metros, y estudiamos el potencial de cada uno”. Angel cree que el telescopio de 2 metros podría construirse sin la presencia humana en la Luna, armándolo como un telescopio robótico, en forma muy parecida a la de los instrumentos científicos que están actualmente operando en los rovers marcianos.
La limitación de un espejo líquido es la de que solamente puede mirar directamente hacia arriba, de modo que no es como un telescopio convencional que puede ser apuntado en cualquier dirección y rastrear así a objetos en el cielo. Únicamente puede observar el área del cielo que se encuentra sobre él.
Por lo tanto, la meta científica de un LMT no es observar todo el cielo, sino tomar un área del espacio y escudriñarla intensamente. Este tipo de astronomía ha sido muy “provechosa”, según la describió Angel, en relación con la riqueza de información que ha sido recolectada. Algunos de los esfuerzos científicos más productivos del Telescopio Espacial Hubble han sido sus fotografías de “Campo Profundo”.
El poder observar únicamente un área del espacio todo el tiempo, llevó a Angel y a su equipo a tener en cuenta a uno de los polos lunares como el mejor lugar para su telescopio. Al igual que los polos terrestres, la observación directa hacia arriba desde los polos lunares proporciona siempre el mismo campo de visión extragaláctico. “Si vamos al polo sur o al polo norte en la Luna, vamos a fotografiar un trozo del cielo todo el tiempo, lo que nos permitirá realizar una integración extremadamente profunda, mucho más profunda que la del Campo Profundo del Hubble”.
Si se combina lo anterior con una gran apertura, este telescopio proporcionaría una profundidad de observación no igualada por ningún otro telescopio, ni en la Tierra ni en el espacio. “Ése es un punto de particularmente fuerte de este telescopio”, dijo Angel.
Otra capacidad sobresaliente de los espejos líquidos es que son muy baratos comparados con los procesos de construcción de un espejo ordinario, que implican la fabricación, pulido y comprobación de una gran pieza rígida de cristal, o incluso de crear piezas más pequeñas que también deben ser pulidas, comprobadas y luego adosadas con gran precisión. A la vez, los LMTs no necesitan monturas caras, ni soportes, ni sistemas de rastro, y ni siquiera un domo.
“Se calcula que el costo total del Telescopio James Webbs supere los mil millones de dólares, con un costo para el espejo solamente de alrededor de 250 millones de dólares”, dijo Angel. “Ese espejo tendrá unos 6 metros, de modo que si aumentamos la escala para llevar al espacio espejos más grandes, en algún momento saltaremos la banca, y no seremos capaces de pagarlos con la tecnología actual de construir espejos pulimentados y llevarlos al espacio”.
Aunque el telescopio de 2 metros sería un prototipo, aún así sería astronómicamente valioso. “Podríamos hacer cosas complementarias con el Telescopio Espacial Spitzer y el Telescopio Webb, ya que el telescopio de 2 metros en la Luna se encontraría en un territorio intermedio de los otros dos”. Un telescopio de 20 metros proporcionaría una resolución tres veces mayor a la del JWST, y al integrar, o sea dejar abierto el “obturador” por largos períodos, como ser un año, se podrían ver objetos 100 veces menos luminosos. Un telescopio de 100 metros proporcionaría datos que estarían más allá de todas las escalas.
Uno de los retos del desarrollo de un LMT en la Luna es la creación de los cojinetes que hagan girar suavemente y a una velocidad constante a la plataforma. Los cojinetes de aire pueden ser utilizados en la Tierra, pero en la Luna éso es imposible. Angel y su equipo están estudiando cojinetes levitatorios criogénicos, similares a los utilizados para la levitación magnética de los trenes para lograr un movimiento sin fricción. Angel agregó: “Como un bono especial, con las bajas temperaturas lunares se puede lograr algo así sin gastar energía, ya que se pueden construir imanes superconductores que permitan cojinetes levitatorios que no requieran un suministro continuo de energía eléctrica”.
Angel considera a estos cojinetes un componente crítico del telescopio. “Sin aire en la Luna que provoque vientos, no hay un límite para el tamaño o para la precisión que se necesiten, siempre y cuando los cojinetes funcionen correctamente”, dijo Angel.
Una evolución del proyecto desde que recibió la financiación de NIAC es la ubicación del telescopio. En la propuesta inicial, el equipo de Angel favoreció al polo sur, al considerar el cráter Shackleton. Pero los científicos comprendieron que en realidad el polo norte ofrece un mejor campo de visión para la observación extragaláctica, y Angel espera más datos del orbitador lunar SMART-1 de la Agencia Espacial Europea que comenzó recientemente a inspeccionar las regiones polares de la Luna.
“En las regiones polares hay algunos cráteres que nunca son iluminados por el Sol y a cuyo suelo jamás llega el calor”, dijo Angel. “Allí hay un frío extremo, no muy por encima del cero absoluto. Mejor que construir un telescopio en condiciones tan hostiles, intentaríamos construirlo sobre un pico en cualquiera de los polos, donde la luz del Sol llegara continuamente. Esto proporcionaría energía solar y las condiciones serían mejores para la gente que viviera allí. Todo lo que hay que hacer es colocar una pantalla Mylar alrededor del telescopio para impedir que el Sol dé sobre él, y estará tan frío como en el fondo de los cráteres”.
Con la observación infrarroja, un telescopio frío es vital para poder ver los objetos más fríos y tenues del espacio. Un telescopio cercano al cero absoluto (0º Kelvin, o -273ºC) sería ideal. Como el mercurio se congelaría a esas temperaturas, otro reto del proyecto será encontrar el líquido correcto para el espejo. Algunos de los candidatos son el etano, el metano, y otros hidrocarburos de cadena corta, como los líquidos que fueron encontrados en Titán por la sonda Huygens que descendió en la luna más grande de Saturno el 14 de enero de 2005.
“Pero esos líquidos no son brillantes, de modo que habrá que idear alguna forma de depositar un metal brillante como el aluminio directamente sobre la superficie del líquido”, dijo Angel. “Normalmente, cuando se construye un telescopio astronómico los espejos son de vidrio, que no refleja mucho, y luego se evapora aluminio o plata sobre el vidrio. En la Luna, deberíamos evaporar el aluminio sobre el líquido, en lugar de hacerlo sobre el vidrio”.
Esa es una de las áreas clave de investigación bajo este contrato con NIAC. El equipo de Angel ha logrado evaporar un metal sobre un líquido, aunque no todavía a las temperaturas bajas que se requieren. Sin embargo, los resultados obtenidos hasta ahora les dan ánimo.
El equipo de Angel es atípico para un proyecto NIAC, en el sentido de que es una colaboración internacional, y NIAC no financia a socios internacionales. “Sucede que los expertos mundiales en la fabricación de espejos líquidos giratorios para telescopios están todos en Canadá, de modo que si estábamos pensando en construir uno en la Luna, era esencial que los incluyéramos”, dijo Angel. “Afortunadamente ellos vinieron, como quien dice, pagándose el boleto, y están muy entusiasmados con el proyecto”.
Los miembros canadienses del equipo son Emanno Borra de la Universidad Laval en Québec, quien ha estado investigando y construyendo LMTs desde principios de la década de 1980, y Paul Hickson de la Universidad de Columbia Británica quien, con la ayuda de Borra, construyó el LMT de 6 metros en Vancouver. Entre otros colaboradores se encuentran Ki Ma de la Universidad de Texas en Houston, quien es un experto en los cojinetes criogénicos, Warren Davison de la Universidad de Arizona que es un experto en ingeniería mecánica de telescopios, y el estudiante graduado Suresh Sivanandam.
NIAC fue creado en 1998 para solicitar conceptos revolucionarios a personas y organizaciones que estén fuera de la agencia espacial y que puedan hacer avanzar las misiones de la NASA. Los conceptos ganadores son elegidos porque “amplían los límites de la ciencia y de la tecnología conocidas” y “muestran relevancia para la misión de la NASA”, de acuerdo a la NASA. Se espera que estos conceptos tomen al menos una década para su desarrollo.
Angel dice que recibir los fondos de NIAC representa una gran oportunidad. “Indudablemente redactaremos una propuesta para la Fase II (de la financiación de NIAC)”, dijo. “Durante la Fase I hemos identificado algunos de los puntos más críticos de este proyecto, y cuáles son los pasos prácticos que deberíamos dar. Hemos abierto algunas cuestiones, y hay algunas comprobaciones sencillas que podríamos hacer para ver si hay algo que pueda malograr el asunto o no”.
La valla principal para lograr que el Observatorio Infrarrojo Lunar sea una realidad está, probablemente, fuera de las manos de Angel. “La Luna es un lugar muy interesante para realizar ciencia”, dijo Angel. “Sin embargo, el regreso a la Luna depende de un destino sustancial de recursos por parte de la NASA”. Ciertamente, para poder construir grandes telescopios de 20 o 100 metros será necesaria la presencia humana en la Luna. “Así que”, continuó Angel, “al poner sus esfuerzos en esa dirección, uno se convierte en la cola de una perro muy grande sobre el cual no se tiene el más mínimo control”.
Angel tiene la esperanza de que la NASA y los EE.UU. mantengan el ímpetu de la Visión para la Exploración del Espacio y regresen a la Luna. “Pienso que en última instancia el traslado al espacio es algo que los humanos sienten como un deseo de hacer, y que en algún momento lo harán”, dijo Angel. “Cuando eso suceda, será importante tener cosas interesantes para hacer una vez que estemos allí. Debemos tener una razón para abandonar la superficie de este planeta y viajar a la Luna. Estamos explorando, es cierto, pero podemos no explorar únicamente la Luna, sino usarla como un lugar donde realizar investigación científica más allá de la Luna. Creo que es algo que debería suceder, en la imagen total”.