Tras leer todas las páginas solo puedo decir:
-No quiero un novio al que le vaya que lo maltrate. Un sumiso es la cosa menos erótica del universo.
-Yo nunca he estado con locos, siempre han escapado antes de poder tener nada con ellos.
Nah, por lo general no es gente loca (bueno, lo de la acosadora de este es otro nivel
). Simplemente la gente no sabe relacionarse con los demás. O a veces no se entienden a sí mismos y la pagan con los demás. Ah, el mundo de la psique humana. Ayer un amigo me habló sobre las disonancias cognitivas, me pareció muy interesante. Explica muy bien el mecanimos de la gente que dice/hace cosas que no quiere y las justifica en cosas externas antes que admitir sus incoherencias. De hecho, explica muy bien que un amigo se tirase cuatro años sin hablarme. Aunque ahora vuelve a ser un buen amigo, pero joder, qué cuidado tengo que tener con la gente que baja las corazas ante mí y luego se arrepiente. Eso sí que son peligrosos, no los informáticos. Aunque ahora que lo pienso, mi amigo era (y es) informático. Pero es melenudo, se le perdona.
En otro orden de cosas, yo solo quiero dos cosas en un chico. Bueno, tres.
-Que no sea deforme y cause repulsión a la vista. Es decir, que entre en lo que se considera ser humano normal.
-Que sea inteligente y con sentido del humor.
-Que sea buena persona.
Oh, y tengo que añadir. Que no tenga miedo a adquirir compromisos. Que fue lo que falló en mis relaciones anteriores.
Al final son un porrón de cosas. Hoy es que me he levantado con el pasado muy presente. Y no mola. Aunque sea un pasado lejano. A veces me pregunto si seré capaz de encontrar a una persona que me aguante. Claro, como soy demasiado maravillosa, espero que los demás lo sean. Y chasco al canto. Debí nacer más mediocre. O no nacer. Al menos, no hasta el 2020. En ese año pasará algo bueno, seguro.
Pero bleh, soy feliz. Feliz de ver cómo con mis miles de problemas externos e internos (hola, cerebro) soy una persona más racional que la media, más feliz y con más muertos a mis espaldas. Oh, sí.