Me encantan las aventuras. Sobre todo si éstas se llaman 22 km
Me encantan todas las sensaciones que se viven en ella. Me encanta ver como en pleno acelerón para cruzar un semáforo, al más puro estilo salida de los 100 metros lisos, paso veloz como el viento y al frenar el impulso una vez cruzado el semáforo y plantar el pie izquierdo en el suelo siento una punzada de dolor en el dedo gordo del pie izquierdo que me hace pegar un pequeño grito. Pero me encanta ver que eso no me para, que mi cuerpo no hace ademán de pararse y sigue hacia adelante, obviando ese dolor. La carretera aún no sabe que un corredor de fondo no es detenido así como así. Ni cortándonos las piernas. Seguiríamos corriendo incluso con la cadera si fuese necesario.
Me encanta aprender a vivir con esa sensación de dolor. Me hace ser mejor persona. Me encantan las millones de sensaciones que tengo en carreras largas. Felicidad, tranquilidad, en ocasiones sufrimiento, incluso a veces lloro de emoción e incluso lloro porque veo que no puedo más. Me quejo al aire que es el único que en ese momento me escucha. Pero también, hablo para comprobar si puedo mantener una conversación sin ahogarme. Incluso canto. Y grito cuando nadie mira
Soplo y todo lo que me rodea pasa a segundo plano. Tan solo veo la carretera y mis pies avanzando, más lentos, más raudos. Pero avanzando
Y me encanta estar en un punto duro del recorrido y de repente sonar esta cancion
http://www.youtube.com/watch?v=QEjgPh4SEmUEs increíble el poder que tiene la música en la mente. Como pasas de ir casi arrastrándote a notar como tus pies empiezan a rozar el suelo lo necesario solo para impulsar hacia adelante en vuelo rasante
P.D.: brillando al 120%