Este tipo volverá mas pronto que tarde y tendremos el mejor pivote defensivo del mundo.
Con Oriol Romeu, el Chelsea mejora by Axel Torres
Dos cosas me sorprendieron sobre Oriol Romeu este verano. La primera, que el Barcelona lo dejara salir, aún con una opción de recompra -para mí era una de las mayores joyas de su cantera, con lo que ello representa teniendo en cuenta el nivel y la abundancia de talentos que posee en sus categorías inferiores-. La segunda, que, si el conjunto catalán lo dejaba salir y él estaba dispuesto a marcharse a Inglaterra, el Arsenal no intentara incluirlo en la operación Fàbregas cuando no se alcanzaba un acuerdo en el precio de traspaso -aún teniendo la posición muy bien cubierta con Alex Song, un jugador así siempre suma-. Pero Romeu acabó en el Bridge, en un cuadro a priori muy distinto en cuanto a filosofía a lo que él estaba acostumbrado -y, de hecho, su llegada, así como las de Mata y Meireles, podía leerse como una declaración de intenciones del nuevo entrenador luso, un signo de que el cambio de estilo estaba cerca-. Cuentan que fue una petición personal de Villas-Boas, que ya lo había seguido mientras dirigía al Oporto. Y sin embargo, quizá procurando no acometer una revolución demasiado radical, al ex ayudante de Mourinho le costó mucho confiar en él, introducirlo en la dinámica de los habituales. Tardó un mes en darle sus primeros minutos, y sólo se atrevió a ponerlo de titular en la Carling Cup -un torneo no prioritario- y en los duelos de Champions ante el Genk -un rival inferior-. En la Premier, nada de nada. Hasta la semana pasada.
La sucesión de desastres que llevan a Romeu
Mi expectativa en cuanto a Villas-Boas, antes de empezar la temporada, era elevadísima. Quizá por ello, su primer once, con demasiados integrantes de la vieja guardia, me causó cierta decepción. Ni el juego ni los resultados iniciales lograron entusiasmar, pese a que la primera derrota no llegó hasta la visita a Old Trafford, en un partido en el que el 3-1 final fue bastante engañoso si tenemos en cuenta el dominio de balón y la cantidad de ocasiones de las que dispuso el cuadro blue. Pero en realidad, las alarmas no saltaron hasta el 3-5 ante el Arsenal, un rival al que, haciendo gala de una practicidad casi mecánica, el Chelsea siempre ajusticiaba con crueldad en los últimos tiempos. Entonces se dijo que Villas-Boas arriesgaba demasiado: que jugaba con la defensa muy adelantada, que concedía muchos espacios a los rivales, que no tenía ninguna solidez. ¿Era su excesivo atrevimiento el gran problema? ¿O realmente lo que ocurría era que el equipo no se comportaba con la pelota del modo en el que debe hacerlo un cuadro que elija esta opción de juego? Mi percepción tiende más hacia la segunda alternativa. Ante los gunners, Villas-Boas salió con un centro del campo Mikel-Ramires-Lampard. Pocas semanas después, repitió la misma composición en la derrota ante el Liverpool. Entonces, la acción del 0-1, una perdida de balón de Mikel en la salida, una perdida que tuvo que ver con la lentitud con la que encuentra a menudo la opción de pase, con su escasa clarividencia para dar continuidad al juego con rapidez, se convirtió en una metáfora del problema general: Villas-Boas quiere que su equipo mande, pero sigue confiando en algunos jugadores que son herederos de una época en la que primaba lo físico y lo directo. En el descanso ante los reds, el técnico se cargó a Mikel y pasó a jugar con un 4-4-1-1, centrando la posición de Mata y juntándolo con los medios centros. El equipo mejoró, pero igualmente acabó perdiendo, con lo que en el trascendental encuentro de Leverkusen del miércoles siguiente regresó a la idea de situar a Meireles como medio centro puro, algo que ya había intentado anteriormente con un resultado bastante satisfactorio. El portugués, es cierto, está más acostumbrado a jugar como interior, un poco más liberado, pero no rinde nada mal en la posición de pivote posicional, y de hecho ahí lo ubicó Paulo Bento cuando asumió la selección de Portugal, considerando muchos analistas ese movimiento táctico como una clave fundamental en la recuperación lusa tras la época de Queiroz. Pese a ello, el Chelsea tuvo dificultades para mandar en Leverkusen y acabó cayendo por 2-1, comprometiendo su presencia en la siguiente ronda de la Champions. Descartada la idea de Mikel y observando la indiferente respuesta que tuvo el equipo con Meireles, el momento de Romeu había llegado.
Hoy, Romeu-Ramires-Meireles/Lampard; ¿mañana, Romeu-Meireles-Lampard?
Así que, ante el Wolverhampton el sábado pasado, André Villas-Boas le dio la oportunidad, por primera vez como titular en la Premier, a Oriol Romeu. Mejor aún: lo puso en el mismo centro del campo con Raúl Meireles, esta vez utilizado como interior. Ramires era la única concesión al estilo antiguo, y de hecho, su presencia parece por ahora inamovible. El Chelsea ganó fácil, 3-0, sentenciando el encuentro en la primera parte, así que repitió la estructura ayer en Newcastle, pero con Lampard en la posición de Meireles. En ambos partidos, los minutos entre la leyenda inglesa y el centrocampista luso se han repartido: cuando uno entra, el otro se va. A Ramires lo mantiene siempre en el campo, se supone que debido a lo importante que es en un campeonato como el inglés tener a un jugador tan dinámico como él, con su capacidad para ir y volver, con su despliegue inagotable. Pero, ¿es necesario en un centro del campo que ya tendría un equilibrio formidable debido a las virtudes físicas y tácticas de Romeu y a la generosidad en el esfuerzo de Lampard y Meireles? ¿Se podría llegar a dar una combinación Romeu-Meireles-Lampard en un futuro, aprovechando los últimos años de inspiración de Frank, aún útil para el primer nivel si se le dosifica con cautela? ¿No sería esa la mejor formación posible para unirse a Mata y Sturridge, convertidos ya en referentes en la zona de tres cuartos, representantes por antonomasia de la nueva idea de equipo que Villas-Boas pretende instaurar, aquella en la que el balón se mueve por abajo, con más tendencia a la asociación, con el mismo ritmo de antes pero con más precisión y más control? Muchos se preguntan si, tras las dos claras victorias conseguidas en los últimos encuentros, el entrenador luso se va a atrever a confiar de nuevo en Romeu como medio centro en la finalísima ante el Valencia. ¿Por qué no debería? ¿No ha demostrado ya que es el que mejor saca la pelota, sin perder ni un ápice en fortaleza defensiva, en agresividad, en presencia y en rigor táctico? ¿No ha demostrado ya que es el mejor pivote puro de la plantilla?
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