Somos así de gilipollas. El Milán no nos da ni las migajas, y aún así tiene la cara de tocar a nuestros jugadores. Encima nosotros les abrimos encantado la puerta. Así no me extraña que luego nos quejemos. ¿Ramón Calderón perdió la vista tanto de mirar a su propio futuro o qué?