Lo que no puede ser es que un árbitro recién ascendido, que sólo ha pitado 9 partidos, lo pongan a pitar en el Benito Villamarín.
La culpa la tiene la Federación. Sabían muy bien que un árbitro así era carne de cañón en un campo como es el bético, iba a pecar por momentos de casero, y así fue. Porque vale, tal vez se comió un penalti (que está por ver), pero también se comió la expulsión de Iriney.
Por cierto. Este mismo árbitro ya nos pitó esta misma temporada contra el Córdoba en casa y no sin polémica. Se comió un gol legalísimo de Cala amén de dejar al Córdoba perder todo el tiempo del mundo.
Encima contra el Real Valladolid con tres bajas claves (Cygán, Cala y Víctor) y a expensas de los lesionados (Toché, Chus, Txiki). Menudo panorama...