Un VAR distinto según quién juegue
El número de cámaras que ofrecen tomas a los árbitros oscila entre las 8, en algunos partidos de Segunda, y las más de 30 del clásico
El tiempo pareció detenerse en El Molinón durante el Sporting-Rayo Vallecano. Vicandi Garrido expulsa al visitante Tito por una entrada sobre Álvaro Vázquez. Restaban un par de segundos para que se cumpliera el minuto 80. Desde la sala VOR, Saúl Ais Reig era el encargado de revisar la jugada. Su decisión, que acabó por corroborar la del trencilla de campo, no se certificó hasta pasado el minuto 84. «Era todo lentísimo, se tiraban un mundo. Rompen el ritmo del partido y ni siquera queda clara la imagen luego. Es una herramienta buena pero no se está utilizando bien», reclama el gallego Diego Mariño, portero del Sporting.
La presión sobre los colegiados que asumen el VAR -siempre dos árbitros, un principal y un asistente- es mayor que la que recae sobre el árbitro de campo. Con las imágenes delante, se supone, no pueden fallar. ¿Pero con qué tomas cuentan para decidir? La realidad es que, según el partido, el número de cámaras y su disposición varía notablemente. Y, con ello, las dificultades para acertar.
Seis categorías diferentes
En Primera División se establecen, en función de los partidos, hasta cuatro categorías diferentes, que determinan entre la Liga y Mediapro. La denominada AA se reserva para los considerados de mayor trascendencia -un Real Madrid-Barcelona, por ejemplo- y cuentan con un dispositivo de más de 30 cámaras. Para los catalogados como categoría A se movilizan 22. Un partido de categoría B computa 17 -lo fue el Celta-Valencia, aunque en este caso fueron 16 por carecer de skycam- y uno de categoría C, 14. Es decir, de la máxima consideración a la mínima, el número de posibles tomas que recibirán los colegiados del VAR se diferencia en más del doble.
En Segunda División, el despliegue se reduce. Se establecen dos categorías de encuentros: la D, para la que se disponen 10 cámaras y la E, que cuenta únicamente con 8. El partido de El Molinón estaba catalogado en la D, como sucedió con el Deportivo-Oviedo celebrado en Riazor en la primera jornada de Liga. El debut ante su público del Lugo frente al Extremadura, de categoría E.
El número de cámaras determina también el número de operadores de realización que acompañan a los colegiados en la sala VAR. La empresa Hawk-Eye Innovations Limited tomó el relevo del videoarbitraje que servía Mediapro la pasada temporada. Esta última disponía de un operador en sala si el número de cámaras era menor de 12, dos si se cifraba entre 12 y 24 y tres si el número de cámaras superaba las dos docenas.
Problemas en la ubicación
La colocación de las cámaras es otra de las claves que condiciona a los árbitros del VAR. Hay cuatro cámaras imprescindibles, independientemente de la categoría que se le otorgue al partido: las que se sitúan en la línea de gol -una por portería- y las que se ubican para medir los fuera de juego. El resto de cámaras obedecen a un patrón determinado pero no siempre pueden situarse en el punto preciso. De hecho, incluso las previstas para que en la sala VAR puedan tirar las líneas de los fuera de juego ofrecen, en algunos campos, ángulos muertos que complican la toma de decisiones.
Los problemas para la situación de las cámaras obedecen a las características de cada estadio. Si en el punto deseado se encuentra una grada que impide la colocación o una columna, por ejemplo, la cámara se desplaza, lo que condiciona su tiro de imagen. En su primer curso, el VAR tuvo complicaciones para cubrir el campo de El Alcoraz, en Huesca. Si nos detenemos en Segunda, las posibilidades que ofrece Riazor son mayores respecto a campos como el de Anduva, dónde milita el Mirandés.
La cuestión logística, incluso con un mismo número de cámaras disponibles, también condiciona a los colegiados del VAR que optan, cuando las imágenes no son concluyentes, por respetar siempre la decisión que tomó el árbitro principal sobre el césped.