Una vez más, alli me encontraba, sentada frente a la enorme ventana de la habitación del hotel. Los coches se apreciaban diminutos; las personas apenas podían divisarse. Estábamos solas yo, la ventana, y aquel inerte paisaje. Llueve sobre Manhattan.
La verdad, no se que hacer con mi puñetera vida. Estoy harta, harta, de esta mierda de vida. No lo digo por el hecho de este resfriado que me ha dejado sin trabajar durante un tiempo. Ojalá fuera ese mi problema; el trabajo, el dinero, el llegar a fin de mes...
No, lo mío no va por ahí. Comenzaré por contaros que soy una persona humana, con todo lo que eso conlleva. Sí, soy como tú. Sí, paso frío en invierno, calor en verano, me cabreo con mis hermanos y me emborracho de vez en cuando. Seguro que esto último te suena extraño, ¿verdad? Dios, ¡no pega! ¿Yo borracha? ¡No pega!.
Bien, hasta aqui ya habeis aprendido la primera lección: me cojo mi pedo de vez en cuando, al igual que haces tú, tu prima, tu hermana tu vecina y medio mundo. Bien, sigamos con la lección: también me enamoro. Pero de verdad, no como os cuentan los cuchicheos de la gente. Eso no son más que tonterías; yo me enamoro de verdad, como tú te enamoraste al conocer a tu novio. Sí, todo comenzó con mensajes en el móvil, ¡cómo si no, iba a empezar una relación!. Después siguieron las llamadas, las conversaciones por el messenger, las visitas... hasta que llegó el beso, ese beso que despertó mis emociones, ese beso que hizo derramar mi primera lágrima de amor, ese beso que me hizo tiritar de pasión. Qué, te suena familiar esta situación, ¿verdad?. Claro, es algo que hemos vivido todos, el amor, el enamorarse de alguien. Pero claro, eso no le interesa contarlo a la gente. La gente prefiere decir que me vieron borracha con mi amiga en una discoteca de Nueva York, ¡menudo pecado! Sí, la gente prefiere quedarse con "es su tercer novio, ¡menuda guarrilla!". Claro, es lo que tiene que se sepan tu vida como el rosario de la Aurora. Porque eso no lo dicen de la vecina del sexto, que lleva 6 novios en dos años. No lo dicen porque es la vecina del sexto, es una don nadie, y por lo tanto no les interesa lo que pase en su vida. Pero claro, yo llevo tres novios en dos años y ya soy una guarra. No, no me han podido partir el corazón, ni he podido llorar con la almohada, ni he podido sufrir de amor; no, yo, por ser quien soy, tengo que ser una guarra.
Ya habeis aprendido dos lecciones, y solo os queda una más: el drama, la locura. Sí, también lloro, y mucho. Seguramente lloro mucho más que tú, pero tú eso no lo sabes. No lo sabes porque a ellos, a la prensa, no les interesa. Una vez más, a ellos les interesa mi borrachera de hace dos meses, a ellos les interesa mi tercer novio en dos años, a ellos les interesa mi cambio de look de la semana pasada. Jamás han hablado de mis lágrimas sobre la almohada, de mis lloros bajo las sábanas. Nunca, jamás, han hablado de mi soledad ante la vida. Nunca, nunca, han hablado de la pérdida de amigas por culpa del dinero, ni de las malas miradas por la envidia, ni de la frustración al saber que no puedo ir ni a comprar el pan. No, no les interesa. No les interesa saber que donde más llueve es dentro de mi. Les da igual todo, solo les importa sacar tajada, sacar dinero, exprimirme al máximo. ¿Y sabes qué? Lo están consiguiendo. Me están exprimiendo tanto que ya no doy más de sí. Estoy deprimida, amargada, hastiada. No puedo más. Por eso he decidido romper con todo.
Sólo les interesaba mi novio; pues he roto con él, y me he liado con mi mejor amiga. Sólo les interesaban mis borracheras; pues, además del alcohol, me he metido en la droga. Sólo les interesaba mi preciado look; pues, a partir de ahora, se acabó el look. He decidido raparme la cabeza.
Os lo he dicho, lo están consiguiendo. Están consiguiendo llevarme a la locura, están consiguiendo que les dé lo que quieren, y además se lo estoy dando tando como puedo. Porque ya solo quiero una cosa, solo le pido una cosa a esta vida. Que esos cabrones que me han hecho la vida imposible, esos hijos de puta que han jugado con mi vida, que me han zarandeado y han hecho con mi imagen lo que les ha dado la gana, solo pido que esos cabrones revienten de éxito, solo pido que me saquen todo el jugo que puedan, pero eso sí, que después se lo traguen todo y revienten esparciendo todas sus entrañas allá por donde vayan.
Solo queda una cosa para que eso ocurra, y como ya os he dicho, lo van a conseguir, lo voy a conseguir.
Solo queda una cosa para que eso ocurra.
Será hoy, ahora, con la ventana del hotel abierta de par en par. Daré un paso al frente y me dejaré caer sobre mi propio charco de sangre. Dejaré caer mi cuerpo para que todos sepan que ese suelo que pisais día a día, esas calles de las que brotan vida, ese cemento por el que caminais a diario, también lo piso yo, aunque sea con la boca.
Llegó la hora, aqui terminó mi vida, dejándome caer por el balcón...
...mientras llueve en Manhattan.