Cuando juguéis al Twisted Metal 2, es importante que intentéis descubrir todos los secretos de cada escenario.
Son fáciles y normalmente consisten en romper un cristal con las balas o estrellándose contra él o algo similar.
Pero en París es diferente. Como sé que muchos no hay jugado al juego ni piensan jugar, os comento que en el Twisted Metal 2, en el escenario de París tienes dos cosas por las que ya merece la pena echarle unas partidas:
1) La música es una versión heavy instrumental de la típica canción francesa
Frère Jacques que os aseguro no os váis a quitar de la cabeza en décadas.
2) Uno de los secretos es que te puedes cargar la Torre Eiffel, que luego utilizas como puente para acceder a las azoteas de los edificios.
Eso sí, os advierto de que la mejor combinación de botones (el control es todo digital) es acelerar con la flecha hacia arriba (no sé por qué: o bien es obligatorio porque todas las combinaciones son así o bien es importante tener los otros botones en donde salen en esa configuración, por ejemplo, la metralleta "infinita" en el R1).
El juego tiene opción de pantalla partida y se puede hacer versus o cooperativo. Y tiene una historia hecha con una mezcla de dibujos de cómic y efectos añadidos por encima muy interesante. Interesante en el sentido de cutre-pero-atractiva.
Para mí este juego es especial porque fue de los primeros que me pasaron pirata. Me lo dejaron a principios del 98 y nunca lo devolví (gracias, Isaac). Puntazo que fuera la versión NTSC-U con la velocidad y resolución originales, igual que los otros me me dejó este chaval (Goal Storm 97 y Croc). Recuerdo jugar en blanco y negro unos días porque aún no tenía el cable RGB (si pones juegos americanos o japoneses con el cable normal, salen así). También recuerdo perfectamente no poder guardar la partida al no tener aún memory card, y apuntarme los códigos (combinaciones de los 4 botones de símbolos) en un papel.
Pero lo primero que se me viene a la cabeza cuando alguien menciona este juego son dos palabras: "el París". Tras 6 meses de ahorrar mis 1000 pesetas semanales para comprar la Play (que incluyeron obligar a mis amigos a pagarme el alcohol si querían beber en la casa vacía de mis padres para ahorrar más), a principios del 98 había recogido los frutos: ya tenía la consola, el chip (que ponían en el Centro Mail, lel), una memory card y dos mandos. Y más de 20 demos de mi colega Isaac, además de los 3 o 4 juegos mencionados (también estaba el The Need for Speed 3: Hot Pursuit) que nunca le devolví.
Y mis amigos de la época no querían dejar pasar la oportunidad de ver la máquina en acción. Así que les puse varios juegos multijugador: el Coolboarders 2 (a lo tonto, aprendimos todos a hacer maniobras), el Goal Storm 97 (el primer "Pro" en versión americana más rápida: les gustó, pero lo veían demasiado complejo, seguramente acostumbrados al FIFA) y el Twisted Metal 2 (llamado "Worldtour" en esta versión americana).
De todos esos, el que más triunfó con diferencia fue el Twisted Metal 2. Hasta el punto de que muchas tardes de ese invierno, sin haberlos llamado ni nada, me llamaban al timbre como si tuviéramos 10 años (teníamos 18 y 19) pidiendo jugar "un París". Aquellas partidas fueron épicas y eso que yo me limitaba a mirarles: si me ponía a jugar contra ellos, les destrozaba, pero los piques entre ellos eran muy entretenidos. Era especialmente impactante porque solo uno de ellos era un poco más friki de los videojuegos y los otros no solían hablar del tema. Pero el París, y la posibilidad de hacer un deathmatch con esos vehículos por las calles de ese escenario (cargándose la torre Eiffel en el proceso) les provocó esta curiosa adicción a visitarme.
Y eso que a dobles aún va más a golpes y los coches son pelotas de Nivea, pero igualmente está muy bien.