estas partes del analisis de la hobby me la han puesto como la muralla china:
Fuera de los mundos, la estructura de Kingdom Hearts 3 también es relativamente atrevida: básicamente, han hecho lo mismo que hizo Final Fantasy XV, pero bien. Me explico: como comentaba al principio, tenemos varios mundos a los que viajar, vivir historias, luchar contra la oscuridad, bla, bla, bla. Hasta ahí todo normal, como en cualquier Kingdom Hearts. Pero una vez superados todos (algo que puede llevar entre 25 y 30 horas) podemos iniciar el tramo final.
Este tramo dura unas cinco o seis horas, y salvo por alguna parte concreta, la exploración desaparece por completo: es una sucesión de secuencias de vídeo y combates. Sobre el papel puede sonar raro, pero os aseguro que funciona a la perfección porque todo lo sucedido hasta ese punto sirve para allanar el terreno, dejándolo todo listo para la gran final. Pensad en algo así como la traca tras los fuegos artificiales. Y vaya traca.
y:
Y eso es lo que hace tan sumamente bien Kingdom Hearts 3: cerrar satisfactoriamente la gran mayoría de tramas, y con ello, poner punto y final a la saga del Buscador de la Oscuridad. Podríamos estar ante la conclusión más épica y satisfactoria que una saga que abarca tantas entregas y formatos ha tenido jamas. Todo el tramo final son unas cinco horas con la mandíbula por los suelos, derramando lagrimas, dando saltos de alegría y disfrutando de unos combates absurdamente épicos. Un carrusel de emociones en toda regla que será difícil de olvidar y superar.
Pero por encima de todo lo bueno y lo malo, más allá de términos fríos como el apartado técnico, la jugabilidad, la historia o la nota numérica que tenéis aquí abajo, hay algo en Kingdom Hearts III que sencillamente no se puede explicar con palabras. Es esa sensación mágica, al introducir por primera vez el disco en la consola, que puede hacer que un adulto vuelva a ser un niño de 13 años.