Día 5 después del incidente
Allí estaba yo, con los billetes recién comprados, delante del escaparate, mirando embobado la oferta y pensando en el futuro. Sé que el dinero no da la felicidad, pero también sé que todo el mundo tiene un precio y yo la había cagado mucho, así que su precio seguro que se había triplicado, pero no me importaba. Tenía que recuperar a esa chica como fuese, así que pensé que lo mejor que podía hacer era cumplir uno de sus sueños; viajar a las islas Phi Phi, en Tailandia. Me habían costado los billetes casi un ojo de la cara, pero por ella lo que sea. Seguramente esta era ya la última opción que me quedaba de recuperar su amistad (y así quizás algún día llegar a más). Así que después de pensarlo mucho he llamado a una amiga, dueña de una agencia de viajes y hemos quedado por la tarde para sacar los billetes. Quería esperar a mañana para comprarlos pero cada minuto que pasa es una tortura y no puedo aguantar más sin hablar con ella. Así que al volver a casa me he decidido a volver a escribir aquí, he descartado todas mis anteriores teorías porque, como buen universitario, me he dado cuenta de que no tenían salida, es decir, que solo me valdrían para cabrearla más o, en el peor de los casos, perderla para siempre. No sé que habrá pasado con la Xbox que le regalé pero no pienso preguntarle ni hacer referencia a ella nunca más, Microsoft ha creado un monstruo de consola y yo voy a boicotear a Microsoft, así de claro. Sin ir más lejos esta mañana he instalado Linux Ubuntu en mi PC, para no tener que depender de un sistema creado por Microsoft. Mientras formateaba ha sido cuando se me ha ocurrido la idea de cumplir su sueño de visitar las islas Phi Phi (y todo gracias a ese pájaro asqueroso que sale de fondo de pantalla en Linux, solo con esto ya puedo demostrar que Linux es mejor que Windows, en todos los sentidos). Y de ahí viene toda la movida. Mañana voy a ir a hablar con ella y ya lo tengo todo pensado. Aunque no lo voy a contar ahora porque os lo tomaréis a risa y no me creeréis, pero creo que tengo la jugada perfecta y que los astros, dioses y todos los demás seres encargados de dar buena suerte están de mi parte. Mañana es el gran día, el día en que puede que mi sueño también se haga realidad. Cuando le cuente todo esto a mis hijos no me creerán, espero que su madre de fe de ello, así tendré una buena anécdota para transmitir de generación en generación, ¡Imaginar que dirán mis nietos cuando sepan que su abuelo se fue a las islas Phi Phi con su abuela!