Con el lanzamiento de Switch, Nintendo culmina mañana un camino que empezó públicamente en marzo de 2015, cuando la compañía anunció estar trabajando en una nueva plataforma conocida bajo el
nombre en clave NX. A partir de ahí los de Kioto mantuvieron un
silencio absoluto alrededor de este nuevo proyecto, solo sabíamos que era “un nuevo concepto”, algo “
único y diferente”, que en ningún caso sería presentado hasta el 2016. Sin embargo, el New York Times hizo bien su trabajo y destapó que NX era un
dispositivo híbrido entre sobremesa y portátil, una idea que se tenía que ver para entender.
Pero no fue hasta el
20 de octubre de 2016, previo
aviso de madrugada, que Nintendo presentó oficialmente la consola que a partir de entonces sería conocida como Switch. Ese día la compañía mostró solo un vídeo donde dejaba muy claro el concepto de la consola, un sistema doméstico que se hace portátil. En una palabra: flexibilidad. La pones en la base y juegas en el comedor de tu casa, si la televisión no está libre pasas al modo sobremesa y en caso de no disponer de una superficie la usas cual portátil y completas tu carrera de Mario Kart 8 Deluxe en el baño.
Además de su naturaleza dúctil, Switch apuesta por el multijugador. Joy-Con, el mando que acompaña a la consola, se divide en dos para jugar con un compañero (siempre que el título lo permita). También es posible conectar hasta ocho consolas de forma local para jugar a juegos competitivos o cooperativos, y en caso de disponer de una conexión a Internet la partida podrá ser con o contra cualquier persona en el mundo.
Pero la principal novedad del multijugador en línea es que tendrá como requisito estar abonado al servicio
online de Switch, una suscripción de importe desconocido (se habla de
2.000 y 3.000 yenes al año) que se pondrá en marcha en otoño de este año. Hasta entonces será gratuito.
Dentro del nuevo sistema
online de Nintendo destaca el hecho de que todas las compras digitales estarán ligadas a una cuenta y no a una consola como hasta ahora. Ha costado años, pero finalmente la compañía ha dado el paso que agradecerán todos sus seguidores. Ahora solo falta que arreglen el batiburrillo de cuentas, nombres y apodos para las diferentes consolas; pero viendo que los
Códigos de Amigo regresan no hay que ser muy optimista en este aspecto.
La movilidad de Nintendo Switch hace que cobren especial importancia su pantalla y autonomía. El panel es un LCD táctil capacitivo de 6,2 pulgadas con una resolución de 1280 x 720 píxeles. La batería de 4.310 mAh de capacidad tiene una duración de 6 horas, pero este número dependerá del uso; por ejemplo, una partida de 3 horas a
The Legend of Zelda: Breath of the Wild la dejará totalmente vacía. Para una carga completa vía USB Tipo-C se necesitarán aproximadamente 3 horas (estando la consola en modo de espera).
A nivel de hardware Nintendo Switch está
prácticamente en las antípodas de PS4 Pro y la futura Project Scorpio. El concepto de consola de Nintendo es muy diferente al de sus competidores, así que el hardware también lo tiene que ser. Procesador Tegra fabricado por Nvidia y de arquitectura Maxwell, 4 GB de RAM compartida y 32 GB de almacenamiento NAND. Un conjunto de piezas que proporcionan un rendimiento suficiente para que los juegos cumplan gráficamente y se ejecuten a 720p en modo portátil o pasen dignamente hacia el televisor por la salida 1080p de la base. Todo ello por 329,99 euros, un precio no exento de polémica.
El hardware es una secuela de la idea híbrida. Pero Nintendo ha demostrado en el pasado sentirse muy cómoda trabajando con un sistema de prestaciones ajustadas, que exprime como nadie para dar vida a juegos que venden millones de copias y que gustan a sus seguidores. Muchos desearíamos un nuevo cerebro de la bestia, una consola puntera con el sello de Nintendo, pero el pomo va con la puerta, si quieres su software debes comprar su hardware.
Switch es el proyecto de Satoru Iwata, el mismo que revitalizó el mercado portátil con Nintendo DS y revolucionó el de sobremesa con Wii. En un sector donde las consolas son ordenadores con sello y candado, quizás sea la Nintendo que nos dejó Iwata la más necesaria, el coloso del software que pone al jugador medio en el centro, la que desarrolla obras que proporcionan horas de diversión y la que decididamente apuesta por nuevas formas de jugar.
Cierto es que la formación de juegos que acompañarán a Nintendo Switch en su inicio es
débil y que uno de ellos (1-2-Switch)
debería incluirse con la consola. Pero en la alineación encontramos a The Legend of Zelda: Breath of the Wild, una obra que parece rozar la perfección después de haber recibido un 10 de EDGE o Famitsu y una nota media en Metacritic (con más de 50 análisis registrados) de 98 sobre 100. Estamos ante el juego mejor valorado por la prensa desde The Legend of Zelda: Ocarina of Time (1998).
En cualquier caso, hoy es solo el inicio y el plan de Nintendo puede ser la envidia de cualquier fabricante: estreno con The Legend of Zelda: Breath of the Wild,
Splatoon 2 en verano y
Super Mario Odyssey para cerrar el año. Sin embargo, una vez más falta que las
third-party rellenen huecos.
El 3 de marzo con el lanzamiento de Switch se abre una nueva etapa para Nintendo, la industria del videojuego suma una nueva consola a su catálogo y los jugadores ganan una nueva y diferente opción de entretenimiento.
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