Siempre me ha gustado Apolo.
En la mitología griega y romana Apolo (en griego antiguo Ἀπόλλων Apóllōn o Ἀπέλλων Apellōn), el ideal del kouros (joven imberbe), era el dios de la curación, la luz, la verdad, el tiro con arco y también quien traía las mortales plagas.
Como patrón de Delfos (Apolo Pitio) era un dios oracular. Era la deidad profética del Oráculo de Delfos, así como una de las más importantes y multifacéticas divinidades olímpicas. Apolo también tenía dominio sobre los colonos y la medicina (mediante su hijo Asclepio), y era el patrón defensor de rebaños y manadas. Como jefe de las Musas (Apolo Musageta) y director de su coro era un dios de la música y la poesía. Los himnos cantados en su honor recibían el nombre de peanos.
Apolo era hijo de Zeus y Leto y hermano gemelo de la cazadora virgen Artemisa, que tomó el lugar de Selene como diosa de la luna.
Apolo era conocido como Apulu en la mitología etrusca, influenciada por la griega. En la romana es conocido como Apolo y, especialmente durante el siglo III adC, como Apollo Helios a medida que fue siendo identificado con Sol. En la época helenística, Apolo se mezcló con Helios, dios del sol, y de la misma forma su hermana se igualó a Selene, diosa de la luna. Sin embargo, Apolo y Helios permanecieron como seres separados en textos literarios y mitológicos.
Apolo era mucho más que un tío montado en un carro que llevaba el sol arriba y abajo. De hecho, no se le conoció como Dios del Sol hasta mucho después de "crearlo".
Apolo era el Dios de la medicina/veneno, la curación/infección, traía y disolvía a las plagas... me gusta mucho este sentido del bien/mal, luz/oscuridad que se le da a Apolo. Podríamos decir que Apolo no es ni "bueno", ni "malo". Si no todo lo contrario.
Y, en el equipo de los mortales, me quedo sin duda con Odiseo (Ulises).
Era un héroe protegido por la diosa Atenea, caracterizado por su astucia. A él se le ocurrió la idea del caballo de Troya. La Odisea narra su vuelta a casa después de haber luchado en la guerra de Troya. Durante diez años vagó por las costas del Mediterráneo, conociendo mil aventuras. Estuvo entre los Cíclopes, gigantes de un solo ojo. Uno de ellos, Polifemo, devoró a varios compañeros de Ulises, pero este lo embriagó, y lo venció dejándolo ciego. Esto provocó la ira de Poseidón, dios del mar y padre de Polifemo, el cual, para vengar a su hijo, lo persiguió con terribles tempestades durante su viaje. Después de haber escapado de las sirenas, que con sus cantos atraían a los marinos y los hacían naufragar, y después de haberse salvado de los monstruos marinos Escila y Caribdis, Ulises llegó a la isla de Trinacria (hoy Sicilia), donde sus compañeros atacaron a los animales sagrados, dedicados al dios del sol, Helios. El dios supremo, Zeus, los castigó destruyendo con sus rayos todos los navíos. Únicamente sobrevivió Ulises, que llegó a la isla de Ogigia, donde reinaba la ninfa Calipso. Ésta lo retuvo siete años a su lado y le dio un hijo, pero Ulises seguía sintiendo nostalgia de su patria y partió.
Ulises sufrió otro naufragio más, pero consiguió llegar a la isla de los feacios, donde fue recibido por el rey Alcinoo y su hija Nausicaa. Los feacios lo condujeron por fin a Ítaca. Allí su fiel esposa, desde hacía varios años, era solicitada por numerosos pretendientes. Disfrazado de mendigo, logró entrar en su palacio, donde mientras tanto Penélope había prometido su mano al que fuera capaz de tensar el arco de Ulises. Ninguno de ellos lo logró, y entonces Ulises tensó el arco y mató a todos los pretendientes.
Las características con que Homero, por ejemplo, ha definido a Odiseo han hecho que su figura trascienda los límites de la mitología griega para convertirse en un símbolo universal. En la Ilíada, Odiseo es un guerrero valiente, aunque no comparable a Aquiles, Áyax o Diomedes. Más que por sus empresas guerreras en el campo de batalla, se lo valora por su prudente consejo en la asamblea. En la Odisea, en cambio, es el protagonista, convertido en el prototipo de hombre de mar y con la astucia como característica más acusada. Su inteligencia maquinadora de ardides le permitirá superar todas las dificultades que se oponen al ansiado regreso. Es, en efecto, en Odiseo donde se percibe una verdadera evolución en el héroe homérico. Él sabe adaptarse mejor a una sociedad más evolucionada, más abierta que la de los guerreros que luchaban en torno a Troya. Es destacable, sin embargo, la evolución que su imagen ha experimentado hasta convertirse frecuentemente en la tragedia ática en prototipo de hombre rencoroso, vil y vengativo.
Un heroe que no destacó por su fuerza bruta ni belicismo, sino por su astucia, estrategia, y su facilidad para mentir y manipular a las personas. Se le considera la antítesis de Heracles.