Yo con una criatura me quedo con la Quimera y como mito el de Belerofonte... nose, me mola la Quimera mucho.
Con un dios me quedo con Zeus, oscar al "Pinchatelas namber guan"
Y como titan Atlas.
Estaria bien que pusierais tambien informacion sobre las criaturas que vais poniendo, asi como alguna imagen para hacer esto mas educativo y formar un buen hilo de mitologia...
Mito de Belerofonte
Belerofonte era un héroe de la mitología griega, cuyas mayores hazañas fueron matar a la Quimera (un monstruo que se suele representar como un ser con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente) y domar al caballo alado Pegaso con la ayuda de una brida que le dio la diosa Atenea. Era el hijo del Rey Glauco de Corinto.
Su nombre original era Iponoo, sin embargo se lo cambió por el de Belerofonte (que significa “asesino de Belero”) después de haber matado accidentalmente a su hermano Belero en una partida de caza. Son diversas, y en ocasiones contradictorias las historias que describen sus aventuras, la más común es la siguiente.
La Quimera era, en realidad, un monstruo terrible con forma de león y cola de serpiente, que arrojaba fuego por la boca. La fiera asolaba los fértiles campos y devoraba personas y animales. Antes de emprender esta difícil tarea, Belerofonte consultó al adivino Polieides, quien le aconsejó capturar al caballo alado Pegaso. Pegaso era querido por las musas del monte Helicón, ya que con un golpe con su pata había hecho brotar la fuente de agua Hipocrene de la tierra.
Belerofonte no encontró a Pegaso en el monte Helicón, sino que en la fuente Pirene en la Acrópolis de Corinto. La diosa Atenea entregó a Belerofonte una brida de oro para domarlo, y que Belerofonte colocó sobre su cabeza.
Una vez armado se dirigió a confrontar al terrible monstruo. Protegido por la diosa Atenea, montó a Pegaso y volando sobre la Quimera, empieza a lanzarle dardos. Luego, introduce la punta de su lanza en las fauces de la Quimera, cuyo aliento de fuego funde la punta de plomo. Éste escurre por la garganta de la Quimera, quemando los órganos vitales y de esta manera Belerofonte logra vencerla.
Después de tal hazaña, Belerofonte se encaminó de regreso a Licia para afrontar a Iobates, quien le reveló que Antea fue la auténtica culpable de sus desdichas. Él, decide hacerla pagar por ello, por lo que fingió estar enamorado de ella y así la convenció de huir con él hacia Tirinto. Volando sobre el lomo de Pegaso, Belerofonte se encaminó hacia el mar y empujó a Antea a las aguas, quien cayó sobre las rocas de la costa.
Matar a la Quimera no fue la única empresa notable de Belerofonte. También se empeñó en encontrar al belicoso pueblo de las Amazonas, las mujeres guerreras, para luchar contra ellas.
Después de vencerlas, el orgullo de Belerofonte le llevó a compararse con los dioses y por esto quiso llegar al Monte Olimpo montado sobre su fiel Pegaso. Sin embargo, el dios Zeus no fue tomado por sorpresa y para castigar la impertinencia del héroe mandó un insignificante mosquito a confrontarle. Este mosquito clavó su aguijón en los riñones de Pegaso por lo que logró enfurecerlo. Belerofonte no pudo tranquilizar al caballo y esto provocó que su jinete perdiera el equilibrio y se precipitase al vacío.
Belerofonte logró sobrevivir la caída. Sin embargo, quedó maltrecho y terminó vagando por la Tierra, añorando su glorioso pasado. Pegaso, por su parte, se remontó hacia el cielo donde se inmortalizó como una constelación
Quimera
En la mitología griega, Quimera (en griego antiguo Χίμαιρα Khimaira; latín Chimæra) era un monstruo horrendo, hija de Tifón y de Equidna, que vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo rebaños y animales. Fue madre con Ortro de la Esfinge y el León de Nemea.
Las descripciones varían desde las que dicen que tenía el cuerpo de una cabra, los cuartos traseros de una serpiente o un dragón y la cabeza de un León, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón, que nacía en la cola. Todas las descripciones coinciden sin embargo en que vomitaba fuego por una o más de sus cabezas. Era sumamente rápida.
Atlas
Atlas fue el jefe de los Titanes en la Titanomaquia o guerra contra los olímpicos. Cuando fueron derrotados, Zeus le castigó a cargar con el peso de llevar los cielos sobre sus hombros. Se contaba que Atlas, a pesar de su superior fuerza, gemía al sujetar la bóveda celeste.
También se decía que Atlas reinó en Arcadia hasta ser sucedido por Deimas, rey que fundó la casa real de Troya, pero también que gobernó el noroeste de África, donde tenía entre otras riquezas un árbol de hojas y frutas doradas. Según algunos, fueron éstas las manzanas doradas que Gea dio como regalo de bodas a Zeus y Hera.
A este reino habría ido Perseo tras haber matado a la Medusa, donde se presentó como hijo de Zeus y pidió hospitalidad a Atlas. Pero éste, que había rodeado su huerto con murallas y puesto un dragón a vigilar su árbol dorado, recordó la profecía de Temis («Atlas, llegará el día en el que tu árbol será despojado de su oro por un hijo de Zeus» —Ovidio, Las metamorfosis 4.643) y amenazó a Perseo, aconsejándole que se fuera. Entonces Perseo sostuvo la cabeza de Medusa ante los ojos de Atlas, convirtiéndole en una enorme piedra a la que se llamó cordillera del Atlas. Se decía de estas montañas que eran tan altas que tocaban el cielo, aunque sus árboles eran tan densos que impedían subirlas.
Sin embargo, otras versiones cuentan que Heracles, descendiente de Perseo, engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro del jardín de las Hespérides como parte de sus doce trabajos. Prometeo le había aconsejado que no fuese él mismo a buscarlas, sino que enviase a Atlas. Para lograrlo, Heracles se ofreció a sujetar el cielo mientras Atlas iba a buscarlas. Pero al volver, Atlas no quiso aceptar la devolución de los cielos, y dijo que él mismo llevaría las manzanas a Euristeo, el hombre que las había pedido. Heracles le engañó de nuevo, pidiéndole que sujetase el cielo un momento para que pudiera ponerse su capa como almohadilla sobre los hombros, a lo que éste accedió. Entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.