Lo que hace tener una cámara delante, casi parecían reuniones de algún club elitista de Lores en Londres, qué educación, qué exquisitas maneras, qué donosura.
Policía (ajustándose su monóculo): Disculpe, señor ciudadano, tenemos la ligera sospecha de que ha podido cometer usted una irregularidad.
Delincuente: Pudiera ser, caballero, pero me gustaría saber cómo llega a esa conclusión.
Policía: Si me permitiera echar un vistazo entre sus vituallas, le aclararé todo.
Delincuente: Faltaría más, señor agente, siempre dispuesto a colaborar con las fuerzas vivas de Su Majestad.
P: Mire, tiene usted aquí en el frigorífico vísceras humanas, e incluso una mano.
D: Lo siento, sé que es de una vulgaridad terrible comer casquería, pero es una pequeña debilidad, no se puede ser un gentleman todo el tiempo.
P: Lamentándolo mucho, tengo que detenerle por esta pequeña infracción.
D: ¡Oh, por supuesto! Pero antes permítame que le indique en qué parte del jardín tengo enterrada viva a mi ex-mujer. ¿Desea detener también a mi perro?
P: ¿Tiene pedigree?
D: Por desgracia no he tenido tiempo de certificar su árbol genealógico, pero es capaz de hacer caquitas con la forma de la efigie de la reina.
P: En tal caso mucho me temo que no podemos detenerle. ¿Le aprietan las esposas?
D: Un poco, padezco de retención de líquidos y las muñecas se me hinchan.
P: Si lo desea, le puedo cambiar las esposas por unas forradas en terciopelo. No son reglamentarias, las uso con cierta dama durante nuestros momentos de solaz y esparcimiento, pero a un caballero como usted hay que tratarlo con la consideración debida.
D: Oh, muchas gracias. Recuerde que le invite a un té cuando salga de la torre de Londres dentro de 10 años.