El tema Neymar es sin duda un win/win de manual para el madridista: si se queda, lo hará condenando al Barcelona a pagarle un riñón, cuestionado a cada partido malo que haga y, sobre todo, hinchándose de fallar ocasiones clarísimas de las que le pone Messi en bandeja.
Y si se va, el Barcelona pierde un reclamo publicitario de primer nivel, y la Junta más incompetente de su historia -después de la de Gaspart- a buen seguro que malgastará toda la pasta que le procure la venta.
Son tiempos muy dulces para ser madridista. Y ojo, que una tercera Champions consecutiva pondría un listón imposible de alcanzar.