Este es mi primer verano en Barcelona y acabo de descubrir que la humedad es un asco. Aun así, lo prefiero mil veces al calor inhumano de Sevilla. Aquí puedo abrir la ventana y ya está, allí si la abría entraba aire caliente, literalmente.
Por otro lado, estoy con los que prefieren el frío. El calor de ciertas partes del sur es horrible, el frío será desagradable, pero no hace que me maree y me sienta como caminando en mitad del desierto o bajo un secador gigante.