Este juego tiene algo que para mí lo hace único y es el hecho de que los enemigos no sea imprescindible matarlos, ya que no dan rupias, no te sube de nivel y los objetos que dejan no son tan imprescindibles y eso hace que pueda avanzar en el juego sin tener que matarlos, lo que hace que juegue como si fuese un ladrón que intenta pasar desapercibido.
Si lo unimos al hecho de que las armas se rompen en nada, hace que más que un juego de acción sea una aventura de exploración.
Me recuerda mucho a la historia interminable, con un mundo fantástico donde cada rincón te sorprende, a pesar de llevar más de 50 horas (y deseando que no termine nunca)
Además fue ponerme a jugar y no poder dejarlo. Y lo más grande es que estas sensaciones son comunes en casi todos, lo que para mí sin duda lo coloca como uno de los mejores juegos que he jugado en mi vida y llevo desde la atari 2600.