En mi caso pasé un par de semanas contemplando la posibilidad de saltar a la next-gen. Primero no le hice ascos a la PS4, pero cuando hice cuentas, comparé los packs y, sobre todo, vi como Microsoft estaba mimando a los subscriptores de pago mucho mejor (en mi opinión) que Sony a los de PSN Plus, pasé a mirar con otros ojos a la Xbox One.
Sin embargo, su tamaño y el no poder instalarla en vertical suponen un grave problema para mis circunstancias, y gracias a eso descubrí que todavía le puedo dar mucha vida a la Xbox 360 Fat. Desempolvando algún juego que tenía casi por estrenar, reutilizando un pendrive de 64 Gb que tenía en casa y pagando 30€ por la subscripción anual tanto por el online como por los Games with gold, creo que todavía puedo sacarle mucho rendimiento a esta pequeña joya...