Exigir la presencia de dios, un dios que la mayoría nunca se han esforzado siquiera en buscarlo, en saber cómo se manifiesta realmente y si existe o no. Llevados por una creencia supina y simplista dónde dios es un ente superior que estará ahí para nuestra conveniencia y luego poder salir al patio a seguir jugando.
Un dios que para muchos tiene copyright, y que si un colectivo errante lo manifiesta, es objeto de burla y no merece ninguna atención.
La cuestión está en que hoy día, la decadente sociedad apenas enseña sobre la búsqueda espiritual, la evolución de la persona y la paz interna. Y para eso no hace falta tener una etiqueta concreta, sólo plantearse mínimamente algunas cuestiones profundas y tomar verdadera conciencia.
Pero bueno, pertenecer a una etnia política que rinde culto a una mísero trapo ideológico mola más.