Conocida bajo la denominación Radeon Instinct, la gama se articulará inicialmente en torno a tres productos distintos basados en unidades de procesamiento gráfico preparadas para resolver problemas matemáticos orientados a todo tipo de productos e industrias, desde la conducción de coches autónomos al procesamiento de datos en la nube, pasando por los complejos cálculos utilizados en los mercados financieros y la investigación médica.
Esta nueva gama de tarjetas aceleradoras (resulta algo engañoso describirlas como tarjetas gráficas) comienzan en la Instinct MI6, que está basada en la tecnología Polaris 10 y ofrece hasta 5,7 teraflops de procesamiento con un TDP de menos 150 vatios. En la parte más alta se encuentra la tarjeta MI25, que basada en una GPU Vega rinde un máximo de 25 teraflops con cálculos FP16 (12,5 teraflops si son FP32), posee un TDP de unos 300 vatios y (como el resto de la gama) emplea refrigeración pasiva.
En el punto intermedio se sitúa la MI8 (Fiji), que si bien no supone una mejora notable con respecto a la MI6, brinda un ancho de banda de memoria muy superior que podría ser interesante en ciertos entornos.
Las tarjetas Radeon Instinct se ofrecerán como productos unitarios, servidores completos con CPUs AMD y en forma de sistemas preconfigurados, con compañías como Inventec ofreciendo racks con hasta 120 MI25 para brindar hasta 3 petaflops de potencia de procesamiento. Las bibliotecas y el framework de estas aceleradoras (MIOpen) serán gratuitos y de código abierto.
Con Radeon Instinct AMD intenta encontrar su espacio en el mercado de los servidores, donde a pesar de sus continuos esfuerzos no ha terminado de asentarse. En el punto de mira se encuentran Intel y más especialmente Nvidia, que durante los últimos años ha realizado una gran inversión en hardware orientado a la inteligencia artificial y el procesamiento en la nube que ahora le está reportando jugosos dividendos.