La FTC asegura que Qualcomm cobraba más por sus licencias a los fabricantes que utilizaban módems fabricados por la competencia, destapando una situación singular: Qualcomm habría llegado a pagar a Apple para que no fabricara un iPhone con WiMAX.
Aunque hoy en día la tecnología WiMAX tiene un uso relativamente marginal, hubo un momento en que sus posibilidades para ofrecer conexiones de datos a alta velocidad antes de que las redes LTE se extendieran la pusieron en el candelero. Algunos fabricantes incluso llegaron a fabricar dispositivos compatibles con esta tecnología impulsada por Intel con un ojo puesto en el mercado estadounidense, gracias en parte a los esfuerzos de la operadora Sprint para desplegar su propia red WiMAX. Según la FTC, Qualcomm conspiró para evitar la implantación del WiMAX pagando a Apple para evitar que incluyera un módem compatible en su iPhone.
Los hechos habrían tenido lugar en 2007, cuando WiMAX era una fuerza emergente y el iPhone estaba a punto de revolucionar la industria telefónica. La adopción de una u otra tecnología por parte de Apple podría haber inclinado la balanza del 4G, por lo que Qualcomm habría ofrecido a Apple devolverle parte de los royalties pagados en concepto de licencias a cambio de que la firma de la manzana (en palabras del pliego de acusaciones de la FTC) "no vendiera o licenciara un teléfono móvil que implementara el estándar WiMAX, un posible estándar de telefonía móvil de cuarta generación promovido por Intel y al que se oponía Qualcomm".
Según la demanda, Qualcomm también habría forzado a Apple a firmar un acuerdo que prohibía el uso de procesadores de banda base de la competencia. De esta forma, Qualcomm aseguraba una fuente de ingresos al tiempo que reducía la capacidad de crecimiento de posibles rivales. Del mismo modo, Qualcomm también se habría negado a licenciar a sus rivales patentes esenciales y que deberían ser ofrecidas bajo términos FRAND (justas, razonables y no discriminatorias).
El caso no carece de cierta ironía, y es que allá por 2005 Intel se enfrentó a acusaciones similares en Estados Unidos (y poco después en la Unión Europea) cuando salió a la luz que había estado pagando a los fabricantes de ordenadores para que no integraran los microprocesadores de AMD, que por aquel entonces ofrecía productos sumamente competitivos. De no ser por la intervención de Qualcomm (y asumiendo que las acusaciones sean certeras), tal vez ahora Intel ocuparía ahora un espacio más importante en la industria telefónica.
El proceso contra Qualcomm acaba de empezar, por lo que todavía es muy pronto para hablar sobre su posible desenlace o las sanciones que podría conllevar.