La nueva etiqueta energética de la Unión Europea se aplicará por ahora a lavavajillas, lavadoras, secadoras, refrigeradores, máquinas de venta con refrigeración, lámparas y (esto es algo que nos atañe más directamente en EOL), "pantallas electrónicas", incluyendo televisores.
Este último dato resulta notable si se considera que los crecientes requisitos en eficiencia fueron en parte uno de los motivos que condujeron a la explosión del LCD y que más recientemente dieron la puntilla al plasma, caracterizado en su día por brindar una elevada calidad de imagen a costa de unos consumos desproporcionados.
Es necesario señalar que la normativa de eficiencia de la Unión Europea también da cabida a ordenadores y pequeños servidores, pero por ahora estos aparatos (junto a otros como fuentes de alimentación externas) no se beneficiarán del nuevo etiquetado. En el caso de los televisores (y presumiblemente los monitores) resulta llamativo que se incorpora una mención al HDR, que al modificar el brillo de la pantalla puede variar su consumo de forma considerable.
Ejemplo del nuevo etiquetado mostrando el consumo de un televisor y sus características básicas.
El etiquetado actual, que comprende entre los niveles A+++ y el G, será simplificado por otro nuevo que discurrirá desde el nivel A al G. No habrá pluses ni símbolos adicionales, añadidos durante los últimos años para tratar de plasmar las mejoras en eficiencia de los productos más modernos. Los nuevos requisitos, de hecho, serán notablemente más exigentes.
De forma más concreta, un producto actual con una calificación de eficiencia A+++ pasará a ser B de forma automática. Esto es así porque desde la Comisión Europea se quiere recompensar con la letra A solo a aquellos aparatos con una eficiencia superior a la de los máximos actuales, estimulando así el desarrollo de electrodomésticos más eficientes.
Además de mostrar una nueva escala de letras y colores, las nuevas etiquetas incorporarán un código QR. Esta mota digital permitirá a los consumidores escanear un producto para conocer información técnica detallada subida por los fabricantes a una base de datos mantenida por la Unión Europea. El propósito es que los consumidores puedan escoger varios productos similares y comparar de forma detallada las diferencias de consumo entre ellos antes de tomar una decisión de compra.
Aunque la Comisión Europea ha dado el visto bueno a las nuevas etiquetas, estas aún tardarán en llegar a las tiendas. El Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea deben dar su visto bueno en los próximos dos meses y expresar sus posibles objeciones si las hay, pero todo apunta a que el trámite burocrático se superará sin sobresaltos. De ser así, el despliegue del nuevo sistema de etiquetado tendrá lugar el 1 de marzo de 2021, que podría ser tiempo suficiente para que algún fabricante pueda lanzar los primeros productos con clasificación A.