El Sr. Smith va a pasar a ser un outsider, algo poco habitual en el mundo hollywoodiense, pero que no es nuevo.
Según la filosofía económica estadounidense, el verdadero aplauso, el que vale, es el del dinero. Por tanto lo que cuenta de verdad al final es si la gente sigue masivamente pagando entradas para ver al Sr. Smith.
Si el éxito económico se mantiene, poco importan los premios.
Yo diría incluso más. A veces es positivo que una persona con talento, no reciba un premio; que injustamente no se le premie o, por lo menos, que no lo reciba demasiado pronto. Porque esa insatisfacción de no verse reconocido, de no considerarse aceptado, es un estímulo muy conveniente, para no volverse un tipo conformista. El no reconocimiento ayuda a madurar. Da humildad. Te hace mantener los pies sobre la tierra, mientras otros se dejan llevar por los halagos y la vanidad.
Cary Grant tuvo un éxito increíble y fue ignorado por la Academia porque era un outsider. Sólo le dieron un Oscar honorífico cuando ya estaba retirado.
Con su bofetón, el Sr. Smith ha polarizado a sus seguidores, entre quienes le apoyan fielmente más aún incluso que antes, y quienes rechazan su acción; pero la polémica suele ser buena para un artista. Así lo reconocía por ejemplo Salvador Dalí: "Que hablen de mí, aunque sea bien".