Uno de los mayores problemas que existen entre la industria del entretenimiento y muchos usuarios es lo alejados que se encuentran ambas posturas en cuanto a las descargas en Internet. La industria a menudo equipara la descarga ilegal con el robo, es decir, con un acto ante el que la gente debería sentirse culpable. Sin embargo los millones de descargas que se realizan a diario no indican eso, más bien lo contrario. ¿A qué se debe entonces que los usuarios no tengan esa sensación de culpa? Unos científicos en Australia creen haber encontrado
encontrado la respuesta.
Y es que cada mes millones de personas descargan y comparten películas, series, música, software o libros electrónicos sin el permiso de los titulares de los derechos de autor. Se trata en la mayoría de países de una actividad ilegal, lo que significa que un gran número de usuarios está violando la ley a diario.
No sólo eso. La mayoría de personas que hace uso de estas descargas no piensa en la acción como un “robo”, a pesar de los esfuerzos de compañías y defensores del copyright por recordarlo. Es aquí donde aparece la ciencia para tratar de explicarlo.
Para ser más concretos ha sido un grupo de científicos en Australia el que cree haber dado con la causa. Se trata de un estudio dividido en tres etapas publicado por Robert Eres, un estudiante de doctorado en neurociencia liderado por el doctor Pascal Molenberghs en el Instituto Monash. La idea: una investigación de por qué la gente es normalmente respetuosa con la ley pero en cambio no tiene mayores problemas por infringir esa misma ley con elementos intangibles.
Para ello los investigadores estudiaron lo que ocurre dentro de los cerebros de los usuarios cuando descargan contenido ilegal en la red (elemento intangible) frente al robo de un elemento físico, como puede ser un bolso.
Para empezar los investigadores llevaron a cabo un cuestionario con la idea de descubrir si las personas tienen más probabilidades de “robar” elementos no tangibles (archivos de películas o música) que sus homólogos físicos (un DVD o CD). De esta forma encontraron que los sujetos de prueba eran de hecho más propensos a “robar” los artículos que no tienen cuerpo físico, en este caso sin importar el precio del mismo o el riesgo asociado a que lo puedan detectar.
A continuación los investigadores llevaron a cabo dos series de escáneres del cerebro para tratar de entender por qué la gente es más feliz con el “robo” de artículos que no tienen presencia física. Según sus primeras conclusiones:
El primer experimento de imágenes cerebrales reveló que los cerebros de las personas fueron mucho más activos cuando se trata de imaginar intangibles en comparación con los objetos tangibles, lo que sugiere que las personas tienen más dificultad con la representación de los elementos intangibles.
Durante la segunda serie con el escáner se pidió a los sujetos de prueba que se imaginaran obtener ilegalmente o legalmente versiones físicas y digitales de artículos tales como películas, música, series o software.
¿Qué encontraron? Los investigadores vieron que al imaginar el robo de un artículo, los participantes mostraron mucha más actividad en la corteza frontal lateral de sus cerebros. Entre otras cosas, esta parte del cerebro está asociada con sentimientos que “tocan” la sensibilidad moral, y encontraron que era mucho más activo cuando los sujetos de prueba estaban pensando sobre el robo de elementos físicos, muy por encima de cuando lo hacían sobre los elementos intangibles (los archivos digitales). Según explicaba Eres:
Los resultados de los dos experimentos de imagen cerebral sugieren que las personas procesan los objetos tangibles e intangibles de manera muy diferente dentro de sus cerebros.
Para Pascal Molenberghs esto sugiere que las personas tienen menos problemas para quebrantar una ley sobre elementos intangibles. Y la razón es porque tienen más dificultades para imaginarlas, por lo que sus cerebros se sienten menos culpables cuando llevan a cabo la “acción”. Según el doctor:
Evolutivamente, el hombre ha interactuado más con los bienes físicos, en particular con respecto a la propiedad de las cosas, y es por eso que estamos predeterminados a respetar estos más en comparación con los elementos intangibles tales como las ideas o el software.
Por último y según los investigadores, los resultados del estudio tienen implicaciones más amplias en otras áreas de la vida
online más allá de la “piratería”. Los investigadores concluyen finalmente lo siguiente:
En general, los datos presentados aquí sugieren que las diferencias que vemos en los comportamientos morales (particularmente en relación con los contextos de interacciones no-físicos, la piratería, la vigilancia online y el espionaje) pueden ser debidas a las diferencias en su representación neural y el distinto nivel de discernimiento de culpa que sentían para los artículos tangibles en comparación con los intangibles.