Algunos definieron este film de Spielberg como una obra menor de su carrera. Definir este trabajo como obra menor me parece un insulto hacia ese 99% de directores que soñarían con que su mejor película fuese como esta. "Amistad" se encuadra en la época en que Spielberg hizo sus mejores películas históricas, desde "El color púrpura" hasta "Munich" pasando por "El imperio del sol", "La lista de Schindler" y "Salvar al soldado Ryan", es su época gloriosa de cine histórico y no hay ninguna película en esa terna que para mi baje del Notable, incluida esta película. Posteriormente, Spielberg rodaría "Lincoln", "El puente de los espías" y "Los archivos del Pentágono", todas ellas muy inferiores a esta pese a ser mejor reconocidas.
De hecho, los problemas de "Amistad" son bastante parecidos a los de "Lincoln", quizá la película con la que comparte más semejanzas. Ambas son obras de metraje extenso donde se toca misma época y mismo tema de fondo, utilizando un exceso de retórica en los salones de la justicia de Norteamérica. Pero a mi "Amistad" me parece muy superior porque donde "Lincoln" deja muy frío, "Amistad" sí conmueve. En ambas tiene la ayuda del compositor John Williams y del fotógrafo Janusz Kaminski, pero aquí el trabajo de ambos aporta mucho más. El diseño de producción es igualmente prodigioso, pero la fotografía es más preciosista aquí y la música de Williams subraya con épica emotiva los mejores momentos de "Amistad" en una de sus bandas sonoras más infravaloradas.
Hay escenas en "Amistad" que son de obra maestra, momentos impagables de una altura monumental. No se puede negar que, al igual que a "Lincoln", le pesa que casi todo el desarrollo sea en salones de debate donde se aboga por lo discursivo más que por lo dialogante. Pero es que, por ejemplo, solamente la secuencia donde se muestra el camino de esos esclavos desde que son raptados hasta que estalla el motín ya vale por todo el cine histórico de Spielberg de los últimos 15 años. Es una secuencia que duele verla, consigue que se te encoja el corazón, que de verdad te pongas en la piel de esas personas tratadas como mercancía más de lo que me he puesto con ninguna otra película sobre la esclavitud.
A los altos estándares de producción y la magnífica factura, hay que añadir el gran acierto de su casting. Sería una obviedad mencionar que están tan bien como siempre actores maravillosos como Anthony Hopkins, Morgan Freeman, Matthew McConaughey, Pete Postlethwaite, Nigel Hawthorne, Stellan Skarsgård, etc... Lo que no es tan obvio es la sorprendente performance de un irreconocible Arliss Howard, la apuesta por un debutante que luego daría una inmensa carrera como Chiwetel Ejiofor... Pero quiero dejarme para el final al auténtico corazón de esta película: el hasta entonces desconocido Djimon Hounsou. Apenas pronuncia palabras que podamos entender debido a la fidelidad de Spielberg que quiso que cada personaje hablase con su idioma y acento correspondiente, pero no necesitamos entender lo que dice para entender lo que siente. La rabia, el dolor, la rebelión, toda esa amalgama de sentimientos feroces nos los transmite con una autenticidad que traspasa el lenguaje y la pantalla.
Es cierto que quizá las anotaciones que se hacen desde el guion al respecto de esas dos Américas al borde de la ruptura, camino de forma irremediable de esa guerra que explotaría años más tarde pero que ya se estaba gestando, al final saben a poco, dan la sensación de que se pasa someramente por encima de ellas, sin obviarlas en ningún momento pero sin tratarlas con la dedicación y profundidad que en casi tres horas de metraje se podría haber permitido. Por lo demás, está claro que no es una película para quienes solo les interesa el Spielberg del cine blockbuster, pero si uno es capaz de visualizar esta película sin ciertos prejuicios, dándole la oportunidad de un visionado tranquilo y sosegado, no creo que se vean decepcionados. Al contrario, creo que descubrirán un film que merecería haber quedado para la posteridad con un etiqueta mejor que la de obra menor de Spielberg.
Nota: 8