-Eres muy, muy, muy tonto. Pero te quiero. Y más de una vez te patearía. Pero te quiero.
-Te va a tocar aguantar mis oscilaciones anímicas de la medicación. Ahhh, tú quisiste salir conmigo.
-Eres muy tonto. Te lo he dicho antes, pero para que no se te olvide.
-Hace un par de días me acordé de una persona de años ha. Bueno, de dos. En realidad casi de tres. Dejémoslo en 2,5. ¿Y por qué me tengo que acordar de gente que no se acuerda de mí? Soy así de cutre.
-Eres tonto. Sí, otra vez.
-Pero te quiero.
-No encuentro trabajoooo. Voy a prostituirme. O a asaltar bancos. O a traficar con órganos. O las tres cosas a la vez.
-Pelfa!
-No se puede confesar cuando uno que es muy tonto te está pateando. Será posible... ¿dónde quedó el romanticismo? ¿Eh? ¿Eh? O los mil euros, si no.
-En realidad podrías ser un poco menos tonto. O me tendré que buscar un amante. Aunque para eso, primero tengo que dejar de quererte. Y por ahora te quiero. Aunque seas tonto. ¡Pero no te duermas en los laureles! Ni en ninguna parte, que te pasas el día durmiendo.
-Estoy muy harta del dentista.
-Estoy desenterrando un dinosaurio.
-Echo de menos a una merluza. Ya podría vivir más cerca.
-Eres taaan tonto...
-Todo es un poco caótico últimamente. Así que me tomaré lo que queda de verano para pensar qué hago con mi vida. Igual os mato a todos.
-Toca viciar.