-Eres más guapo que un atún triturado.
-Me gusta estar contigo.
-Mi salud sigue siendo un asco, pero está bajo control. Ahora es la parte más física la que se resiente, pero bueno, es más llevadero.
-Mañana, último madrugón de la semana *_*
-Declaro la cuesta hacia la autoescuela como la cuesta más odiosa de Barcelona. Más aún que la que lleva al Park Güell. Al menos esa no la tengo que subir todos los días.
-Decidí que me iba a dormir hace un rato, pero e dolor no me deja. Bah, cuando acabe con la confesión, me tumbo al menos a leer un rato. A ver si me entero de cuánto pesa una nube.
-Tuve un sueño que, una vez despojado de toda metáfora, es idéntico a una situación real. Menos mal que soy de las que no otorgan importancia a las casualidades.
-Ella no viene a visitarme. Él tampoco parece interesado en hacerlo. Me parece estupendo. Y aunque sé que lo harán tarde o temprano, disfruto de estos momentos de soledad, sin sombras que se me disputen y sin palabras arrastradas por el viento. Que ya tocaba dejarme volar un rato, ¿no?
-Se me hace raro estar en inferioridad de condiciones y creer más en mí misma que algunas de ellas. Al final tendré que estar agradecida a todo lo que aprendí en el exilio.
-Estoy convencida de que mi vida, incluso con sus baches, siempre va a mejor. No sé, hay algo que me dice "Todo saldrá bien, tienes todo el tiempo del mundo para encontrar tu lugar".
-En realidad, es curioso, porque todos hemos venido a este mundo con fecha de caducidad. Nosotros mismos y la gente que nos importa. Pero somos capaces de asumirlo y disfrutar mientras dura lo bueno.
-Supongo que en parte es más fácil cuando ves que cada día es un regalo más, que nada te garantiza que vayas a disfrutar de un nuevo amanecer. El destino es caprichoso, así que yo pienso disfrutar mientras pueda. Para que cuando me arrebate lo más preciado, lo compensen con creces los momentos vividos y los recuerdos almacenados.
-Si acepto y aguanto el infierno intangible, supongo que podré con el tangible.
-Estar escribiendo todo esto es síntoma de que aún están ahí, a la espera. Pero estoy preparada.
-En otra vida fui un hombre.
-En realidad... entre tú y yo... no me cambio por nadie. Al final, saldría perdiendo. Como en toda moneda de dos caras (porque las de tres se estilan poco por aquí), hay un lado único e increíble. Tan profundo es el dolor de una cara como la felicidad de la otra. Renunciar a mi moneda particular supone librarse de mucho dolor, pero también de muchas cosas estupendas.
-Tengo ganas de abrazarte.
- A leer se ha dicho.