Ya me gustaría a mí ver el tráiler y no fijarme en ciertas cosas. Pero es Netflix, y es Netflix la que nos hace fijarnos, porque quiere, porque nos lo mete por los ojos, porque nos lo quiere dejar bien claro y porque pretende 'educarnos' y 'adoctrinar' en el pensamiento único y moralmente superior y que no admite crítica ni objeción alguna.
Es una plataforma donde importan más las cuotas y tener contentos a ciertos colectivos, que preocuparse de hacer buenas series y sobre todo, buenas películas.
Y el problema no son sólo las cuotas, muchas veces metidas con calzador y que se ven como algo artificial y forzado que tiene que estar ahí para ser (estúpidamente) políticamente correctos, y para que así los oprimidos y las ofendidas del Twitter no s enfaden y no hagan ruido.
El problema es que muchas veces, cada vez más, en la propia serie se salen de lugar y te sueltan sin venir a cuento cada sermón, cada panfleto, caad monserga que echa para atrás. El adoctrinamiento que Netflix imprime con descaro en sus producciones es bochorno en algunos casos.
Reitero, piensan sólo en cumplir cuotas y en mantener al lobby de turno contento más que en centrarse en contar historias y hacer buenas producciones, algo en lo que Netflix, salvo casos contados, falla estrepitosamente.
Da igual si la acción transcurre en el centro de Nueva York o San Francisco, o en un pueblucho del medio oeste, porque siempre es lo mismo: cada uno de una raza, las relaciones interraciales, la cuota LGTB, alusiones al empoderamiento de la mujer, el malo (casi) siempre es un blanco heterosexual, y tambien, como no, las dosis de animalismo y veganismo.
A tomar por saco, hombre.
Buenas tardes.