Si se abre la tierra aparecen mil caminos.
Ya está bien de leer, ahora toca pasarlo bien. SEGA ha cerrado sus episodios por novelas y ha mandado a su mascota no a uno, sino a ocho parques de atracciones. Tantos como mundos tendrá el próximo Sonic Colours, al que tuvimos acceso por primera vez en el E3.
sonic colours hands-on wii revogamersLos planetas de los que se está apoderando el doctor Eggman para montarse el negocio se presentan en el inicio del juego orbitando juntos cerca de un planeta y, atención al detalle, sobre un fondo galáctico. La primera misión es la entrada principal al parque de atracciones, un entorno urbano con los caminos bastante marcados, pero que deja entrever el enorme tamaño de los escenarios. Sin embargo, ni ésta ni la otra que se nos presentó tenían una duración muy larga entre el inicio y el fin, siempre jugado por un experto. De un vistazo queda constatado que la influencia más fuerte es Unleashed, y no el Caballero Negro, que llegase más tarde a Wii. Se nota, además, en los cambios bruscos entre las tres y las dos dimensiones, como en las fases diurnas de aquel.
También hereda directamente de éste todo el sistema de control básico: saltos y ataques combinados. Pero hay que añadirle los poderes especiales, que se consigue al rescatar algunas de las criaturas conocidas como wisps. Lo primero que hay que hacer es distinguir entre los grupos de wisps que dan puntos al final de la pantalla y los que transmiten el poder, que se acumula en una barra de energía indicada en la parte inferior izquierda. El azul, el primero que presentó SEGA, es algo usual que se comporta como un ítem normal, así que pasemos al amarillo, mucho más interesente porque añade un toque novedoso a una franquicia a la que no se le da tan bien reinventarse.
Es sencillamente un martillo que permite a Sonic penetrar entre la tierra, escarbando con locura y velocidad durante aproximadamente 30 segundos. Por un lado, es una excusa para ocultar objetos en el subsuelo y obligar a buscarlos, entre ellos una cantidad enorme de anillos que flotan sobre la textura principal. Pero lo más importante, es que ha dado lugar a una nueva forma de plantear los escenarios. Según Takashi Iizuka, productor del título y el encargado de mostrarlo, habrá más caminos que nunca a buscar que transcurren en paralelo a diferentes alturas. Profundizar un poco y encontrar un secreto no implica que no queden algunos más debajo. Afecta directamente también a la rejugabilidad porque, explicó, los poderes se irán consiguiendo poco a poco. Quien quiera terminar Sonic Colours tendrá que volver atrás para recorrer una y otra vez las pantallas iniciales, aunque por diferentes rutas.
No quiso responder aún al número definitivo de colores y, por tanto, de poderes, de los que se aprovechará Sonic. Sin concretar, nos animó a que mirásemos el vídeo y el logotipo y nos fijásemos en ellos, pero podrían ser más de los que ahí aparecen. Lo que sí dijo es que no sólo se podrá manejar con el Wiimote y el Nunchaku. Tanto el mando clásico como el de Wiimote en horizontal podrán ser empleados.
El estilo gráfico es algo que desde el momento de su presentación también ha destacado. Parece que el Sonic malvado, enfadado y agresivo no será el protagonista de aventura, sino uno más desenfadado como el de los orígenes. La temática general refleja del mismo modo este cambio. Llamándose Colours, es normal que tenga un aspecto muy vivo, aunque de esto nunca le ha faltado a la serie. Sweet Mountain, el nivel en el que descubrimos el poder amarillo, representa esa fantasía que el equipo de desarrollo quiere imprimirle al juego sin ningún tipo de miramientos ni vergüenzas. La pantalla es, literalmente, por el que el erizo azul irá navegando a base de túneles. Kiwis, fresas, trozos de galleta, bizcocho y cremas, alternándose para darle buen sabor.
Interesantísimo giro de timón dentro del rumbo del erizo azul en un año en el SEGA quiere devolverlo a sus orígenes. Los nuevos poderes por describir, la rejugabilidad que promete y el trabajo en los escenarios permiten atisbar un título de calidad y sin complejos. Aunque para saber el resultado final y descubrir cuánto apetece hincarle el diente todavía queda medio año.