Señor Ventura escribió:Bueno, yo creo que quien abusa sabe perfectamente que está abusando, y sinceramente, me costaría creer que en general quien emplea los argumentos que emplea el feminismo realmente no sea consciente de que está mintiendo, o directamente siendo cínico con la verdad.
No se si tiene algún nombre en psicología, pero a veces podemos llegar a cambiar nuestra percepción de la realidad dependiendo de con quién estamos hablando.
Había un artículo bastante bueno (ni idea de dónde estaba, lo leí hace mucho) que lo explicaba desde la perspectiva de las creencias religiosas: la autora ponía como ejemplo que durante años estuvo metida en temas de brujería, tarot y esas gaitas. Cuando la gente le preguntaba sobre el tema siempre decía que era como un juego, por diversion, que obviamente no era real... pero cuando estaba con su grupo de "brujas" cambiaba el chip totalmente.
El caso es que para ella sí era real, pero sólo cuando su creencia estaba reforzada al ser compartida por un grupo. O cuando estaba sola.
El problema es cuando la mentira es una creencia tan extendida que prácticamente cualquiera con quien hables cree lo mismo. En conversaciones de uno a uno puedes dar datos y convencer a la otra persona de que lo que está diciendo es incorrecto, y aún así ver poco después que sigue repitiendo la mentira con total convencimiento.
Por esto no estoy nada seguro de que la mayor parte de la gente que usa estos argumentos (sin contar siquiera a los loritos que sólo repiten lo que les han dicho) sea consciente de estar mintiendo.
A esto se añade el fanatismo que hace que una distorsión de los datos parezca justificable si apoya tu idea. Porque lo que importa es tu idea, y los datos o la apoyan o son necesariamente falsos o irrelevantes.