Un juego más casual y facilón, con un postgame aparentemente escuálido y ridículo, simplificando mecánicas clásicas, con una inmensa mayoría de nuevos Pokémon horrendos, sin la posibilidad de completar la Pokédex y con un apartado técnico, como poco, cuestionable. ¿Pero sabéis qué pasará? Que en una semana se estará llevando ochos y nueves y venderá una auténtica burrada y todas las quejas que podamos argumentar y los problemas que el juego pueda tener quedarán sepultados por los euros que estarán entrando en la cuenta de Nintendo y GameFreak. Y así seguirá este declive absurdo. Es triste y decepcionante que algo que llevaba años y años esperando, un Pokémon "grande" en consolas de sobremesa, haya terminado siendo un auténtico esperpento. Yo me bajo aquí.