RESOLUCIÓN NOCTURNA 2
La cortina de humo se esfumó. Shishio visiblemente debilitado se alzó, igual de imponente, como si su autocombustión no le hubiera afectado lo más mínimo. La mayoría de vendas que envolvían su quemado cuerpo estaban rasgadas y habían varios pedazos carbonizados en el suelo. El resto del Juppongatana estaba serio, a sus espaldas. Tenían la intención de llevarse por delante a unos cuantos, aunque les costase la vida, por la gloria de Shishio.
Kaoru regresó cerca de Hiko, que se sentía nervioso, pero no podía desfallecer, ahora él era la única esperanza de ese valiente grupo de guerreros. Aoshi, herido, se acercó a Hiko y le puso una mano en el hombro, en señal de apoyo. Misao, saco a la luz todo su repertorio de armas arrojadizas, Sano, chocó sus puños varias veces, Yahiko preparó su bokken y Kaoru, desenvainó la sakabatou (espada de filo invertido) de Kenshin. Hasta Megumi preparó agujas quirúrgicas empapadas en veneno mortal para la ocasión.
Fue un todos contra todos. Shishio el primero, seguido de su séquito. Seijuro Hiko y Kaoru, seguidos de Misao, Aoshi y el resto de la compañía. La batalla pronto se dividió en varios focos, el más importante, Seijuro contra Shishio. Ambos tenían una cuenta pendiente con el otro, y pensaban cobrársela en ese mismo momento. Seijuro por su alumno y por todo el mal que había provocado Shishio, y Shishio, por la muerte de su mujer y por todo el dolor que provocaba esa sociedad llamada "Restauración Meiji" y la tapadera de paz que la cubría, él exigía su propia ley, la ley del más fuerte.
Hubieron varios encontronazos, varios choques, caídas, hasta que ambos supieron que llegaba el golpe final, el magistral, el decisivo. Como si sus mentes fueran capaces de leer la mente del otro, cruzaron espadas, directas al corazón del otro. Shishio, enseguida volvió a encenderse, esta vez sin solución posible, tenía la katana de Seijuro clavada en el pecho, atravesando el mismo corazón. Gritaba de dolor, de desesperación, se arrancó la katana, loco de furia pero no pudo moverse. Cayó de bruces al suelo y gritó y maldijo Japón y la humanidad mientras la llama de su vida y su cuerpo lo consumió.
Seijuro por contra no estaba mucho mejor. Tomoe, cerca de 2pac, lo sonrío, sí, pronto estaría con Kenshin. Con la espada oxidada de Shishio clavada en el corazón, no tuvo fuerzas para moverse. El veneno de Yumi corría por sus venas y empezaba a afectarle seriamente. Se arrodilló al suelo y miró al cielo, pensando que por fin, su estirpe de técnicas asesinas, que una vez dio rienda suelta a un legendario asesino llamado Battousai (era Kenshin en el pasado), iba a morir, y que por fin, con Shishio muerto reinaría la verdadera paz. Sonrío cínicamente. Saito se acercó a Hiko, en sus últimos momentos de vida:
- Yo no he estado nunca del lado de los ideales de Shishio, sólo de los que me interesaban.
- Ya lo sé, Saito. Eres un lobo viejo, como yo, nosotros no entendemos de facciones, si no de supervivencia.
- Dile a Kenshin que lo siento.
- Mi alumno idiota...
Arrodillado, mirando al cielo y con una sonrisa cínica, fue como Seijuro Hiko, el último maestro del Hiten Mitsurugi terminó su vida.
Un aldeano, maravillado de la belleza de Tomoe, que residía al lado de un compañero suyo, no se percató de que Anju, a traición y no respetando la tradición de guardar silencio delante de un momento solemne, por venganza, clavó sus brutos puños en las costillas del joven, sin dejarlo respirar. Tomoe horrorizada abrazó en un intento de instinto maternal al aldeano que protegía. Megumi intentó atender al joven atacado, pero ya era demasiado tarde. Sanosuke lo cogió del pescuezo:
- Anju, eres un mierdas, te creía diferente de toda esta basura.
- Todos tenemos un lado oscuro.