Menos sofisticado que el muy notable (y muy divertido) Mavic, el Spark es básicamente mitad juguete, mitad cámara volante para selfies, que viene a ser lo mismo que decir que se trata, en efecto, de un juguete. El dron se controla mediante una aplicación móvil disponible para Android e iOS y es compatible con periféricos avanzados como el visor inmersivo/FPV Goggles de DJI, aunque realmente ha sido concebido para grabar imágenes a corta distancia.
En este sentido, el Spark puede controlarse con un smartphone a una distancia de unos 100 metros (el máximo es de 2 kilómetros con el mando de DJI en lugar de un teléfono, o 3 metros sin control alguno en "modo selfie"), ofreciendo características avanzadas como reconocimiento de gestos para grabar vídeos o tomar fotos, identificación facial del usuario para despegar directamente desde su mano sin tocar los controles y composición de vídeos rápida desde la propia aplicación móvil.
Las especificaciones técnicas del DJI Spark son bastante interesantes en relación a su orientación, con una velocidad máxima de 50 km/h, una autonomía de 16 minutos, vuelo estacionario a 30 metros de altura con regreso a punto de origen y una cámara de 12 MP con grabación a Full HD y estabilización mecánica de doble eje. Todas estas prestaciones, lógicamente, también tienen un impacto en el precio del aparato, que en España será de 599 euros.