Según ha anunciado la compañía a través de su blog oficial, el nuevo programa de caza de bugs ofrecerá recompensas de entre 100 y 30.000 dólares (de 82 a 24.875 euros) para aquellas personas que encuentren defectos en el software de sus productos. Estos fallos pueden ser de toda índole, desde problemas relacionados con el control del aparato o la integridad de los datos del usuario a defectos en el establecimiento de áreas de exclusión (zonas donde por seguridad el dron no puede adentrarse, tal es el caso de los aeropuertos).
Con sede en China, DJI se ha convertido en el mayor fabricante de drones civiles. La versatilidad de sus productos le sirvieron para encontrar una acogida notable en el público profesional antes de expandirse con modelos de consumo como el Mavic y el Spark, pero algunos de sus aparatos también son utilizados por los ejércitos de todo el mundo. Esto ha devenido en alguna que otra polémica, como la causada por cierta orden emitida desde el Pentágono instando a las fuerzar armadas de Estados Unidos a abandonar el uso de los productos de DJI después de encontrar varios agujeros de seguridad no especificados.
Los usuarios de un dron de DJI que encuentren un fallo en su software pueden participar enviando sus informes a bugbounty@dji.com.