Básicamente de lo que se trata es de identificar a la persona dentro de diferentes bandas criminales, subculturas, creencias religiosas o incluso ideologías políticas que existen y así poder realizar un perfil más completo, tanto de la persona como del grupo al que pertenece.
Un programa que, según explica la EFF, habría nacido en el año 2014 a partir de una iniciativa anterior por el National Institute for Standards and Technology (NIST), centrándose el proyecto actual en las conexiones entre las personas a través de tatuajes de índole similar.
El problema es doble como apunta la EFF. En primer lugar porque atenta contra la propia libertad de expresión de los ciudadanos en el país y, en segundo lugar, porque también afecta a cuestiones éticas importantes. De acuerdo con los documentos obtenidos por la EFF, los investigadores del NIST no tuvieron en cuenta en ningún momento seguir el protocolo y directrices que marcan este tipo de investigaciones, por ejemplo no pidieron permiso a las personas hasta después de haber completado la primera fase de los mismos (en este caso con exreclusos y detenidos).
Tampoco han dado a conocer si los conjuntos de datos sobre los tatuajes han sido o están siendo utilizados para investigaciones adicionales sobre presos y detenidos. Como apuntan desde la asociación, las directrices federales requieren que este tipo de investigaciones sean manejadas con el mayor de los escrutinios y supervisión ética con el fin de evitar algún tipo de tratamiento de explotación sobre la información de las personas.
La EFF se ha puesto en contacto con los investigadores del NIST y estos han asegurado que tendrán en cuenta sus cuestiones, aunque no han indicado si planean detener o suspender el programa. Un software que ya contaría con una base de datos de 15.000 imágenes, todas procedentes de detenidos y exreclusos en Estados Unidos.