Por si quedaba alguna duda respecto a la posición oficial de España sobre la neutralidad de la red nuestro Ministro de Industria lo ha dejado claro: hay que crear una tasa para los buscadores de Internet (por no decir directamente para Google). Miguel Sebastián ha defendido que se estudie a nivel europeo e incluso global, maquillándolo como una mejora para los usuarios:
Si la opción es que logremos un uso más barato, más eficiente y una mejora para los internautas, que tengan Internet de más calidad y más barato, entonces será una buena opción a estudiar.
La neutralidad de la red es un concepto absolutamente no negociable, y como tal se debe mantener. La posibilidad de que las operadoras discriminen el tráfico en sus redes en función de su procedencia, naturaleza, origen, destino, aplicación o protocolo utilizados es algo que destruye la naturaleza abierta de Internet, dificulta claramente la innovación y el desarrollo de nuevos modelos de negocio en este ámbito así como la creación de empleo y el crecimiento económico en su conjunto, trasladando el valor desde la sociedad en su conjunto hacia las cuentas de resultados de las operadoras. Crear “aduanas” en Internet que cobren tributos arbitrarios en función de criterios absurdos impide que personas que no tienen acceso al pago de esos tributos puedan acceder a la red en igualdad de condiciones que otros que sí lo tienen, destruyendo la propuesta de valor de una red democrática y abierta. En esta lucha, Google es solo una excusa: primero van a por Google, pero luego, tras conseguir consagrar el absurdo principio de que no solo hay que pagarles por el uso de sus cables sino también por la rentabilidad de los negocios que se desarrollan a través de ellos, irán a por todos los demás. En este tema, a Google hay que pedirle que en ningún caso transija y pague – que podría hacerlo, – porque eso permitiría todo tipo de abusos posteriores y la destrucción de la Internet que conocemos. Pero a nuestros políticos hay que pedirles que controlen la desenfrenada ambición de unas operadoras que quieren extraer más dinero de determinados clientes a costa de distorsionar lo que Internet es y representa. Que Google (u otros) acaben pagando extra a las operadoras para poder llegar a los usuarios no es el verdadero problema. El verdadero problema será qué pasará con los que no pagan.