Más que al usuario doméstico, la nueva Compute Card está orientada a los fabricantes de todo tipo de máquinas que requieren un ordenador embebido de cierta potencia y gran capacidad de expansión.
Intel, que tras perder el tren de los smartphones está redoblando sus esfuerzos en el Internet de las cosas, ve un futuro particularmente radiante en productos tan dispares como máquinas expendedoras, frigoríficos inteligentes e incluso robots industriales, cuyo funcionamiento podría ser controlado por uno de estos minisistemas.
Una de las posibilidades más interesantes que brindan las Compute Cards es la posibilidad de actualizar el "cerebro" de un televisor inteligente o cualquier otro electrodoméstico cuando se quede antiguo con solo cambiar de tarjeta. Queda por ver el uso real que le darán los fabricantes, pero compañías como Dell, HP, Lenovo y Sharp ya están trabajando "para desarrollar productos que puedan aprovechar el diseño simplificado, la facilidad de mantenimiento y la capacidad de actualización por parte del usuario".
Las Compute Cards obtendrán toda la energía necesaria para funcionar del propio aparato al que estén conectadas y contarán con un nuevo tipo de conector denominado "USB-C plus extension" para proporcionar salida de vídeo HDMI y DisplayPort, así como acceso a los buses USB y PCIe.
La tarjeta condensa en su chasis un procesador con un TDP de hasta 6 W (la nota de prensa señala específicamente el soporte para chips de séptima generación), la RAM y el almacenamiento interno, siendo totalmente compatibles con Windows, Linux o cualquier otro sistema operativo que no requiera muchos recursos.
Intel proporcionará las especificaciones completas y el precio del Compute Card en junio de 2017, poco antes de su lanzamiento comercial a mediados de año.