Según señala Tom's Hardware, Intel está experimentando dificultades para fabricar sus últimos procesadores en las cantidades necesarias. Puesto que Intel prioriza su relación con los grandes fabricantes de ordenadores, los canales de distribución no los están recibiendo en los volúmenes esperados y los precios de los minoristas ya reflejan esta relativa escasez de chips.
Intel apunta a una demanda particularmente robusta desde del sector profesional como causa de la situación. Sin duda se trata de un factor a tener en cuenta. Otro, menos visible pero también muy importante, es el hecho de que la producción de procesadores se asigna siguiendo volúmenes y calendarios tan estrictos como difíciles de modificar cuando surgen problemas, por lo que los retrasos de Intel para saltar a un nuevo proceso de 10 nm han terminado por saturar sus líneas de 14 nm.
Puesto que los centros de datos acaparan gran parte de los nuevos pedidos, señala Tom's Hardware, la situación podría empeorar de aquí a final de año. Estas ventas no solo crecieron casi un 30 % año a año, sino que próximamente serán estimuladas con la llegada de la gama Xeon Cascade Lake. De gran tamaño, estos procesadores de alto rendimiento se producen usando obleas de las que sale un número de chips relativamente pequeño, añadiendo aún más presión a Intel.
Según ha comunicado Intel, la compañía podrá cubrir la producción necesaria para satisfacer las previsiones de ingresos oficiales, no sin señalar que está trabajando con "socios y fábricas" para gestionar la situación. Así las cosas no cabe esperar una auténtica carestía a nivel de usuario, pero es posible que los precios de los procesadores Intel Core se sigan resintiendo, en particular unos ya casi inminentes Core 9000 que podrían llegar con tarifas elevadas.