Considerada la joya de la corona de Toshiba (no en vano el segundo mayor fabricante de memoria NAND del mundo), la venta de la división era objeto de rumores desde hace meses, pero hemos tenido que esperar hasta hoy para confirmar su comprador.
La operación se ha valorado en dos billones de yenes, equivalentes a unos 15.000 millones de euros. La entrada de Bain cuenta con el apoyo económico de gigantes de la industria como Apple, Dell, SK Hynix y Hoya, que aportarán su apoyo financiero y pasarán a convertirse en socios. Toshiba también participará en la operación, reinvirtiendo en el departamento y manteniendo así su presencia.
Apple y Dell tienen un interés particular en asegurarse el suministro de chips de memoria como fabricantes de hardware, mientras que SK Hynix aumenta así su huella en un mercado que ya conoce sobradamente. Hoya, por su parte, es una firma japonesa especializada en la creación de elementos ópticos y que no hace mucho fue noticia por la creación de unos platos de vidrio especiales para discos duros que permitirían crear unidades de 20 TB.
El acuerdo con Bain, cuyos detalles aún están siendo finalizados, deja en la estacada a Western Digital, que desde hace meses trataba de hacerse con los chips NAND de Toshiba. Aunque ambas poseen una fábrica conjunta, la relación entre Western Digital y Toshiba no atravesaba su mejor momento. No solo la primera maniobró agresivamente para hacerse la división de chips de memoria de la segunda, sino que asegura que tiene preferencia en caso de venta.
La difícil relación entre Toshiba y Western Digital podría ser el mayor escollo en la venta de la división de chips de memoria a Bain. Western Digital asegura que Toshiba no puede realizar esta operación sin su permiso, y ha remitido el caso a la Corte Internacional de Arbitraje. Toshiba, por su parte, niega la mayor y demandado a Western Digital, exigiendo el pago de más de 1.000 millones de dólares por interferir en el proceso de subasta.
Dinero para pagar deudas
La desgraciada situación de Toshiba está relacionada con la crisis de las grandes firmas japonesas de la electrónica, que no han sabido hacer frente a su competencia china y coreana. Como otras firmas niponas míticas, Toshiba ha ido retirándose total o parcialmente de mercados donde antiguamente tenía una fuerte presencia como el de los televisores o la informática de consumo.
Sus verdaderos problemas, sin embargo, llegaron en 2015. Entonces la compañía reconoció gravísimas irregularidades contables que le obligaron a rehacer las cuentas de los siete años anteriores, haciendo añicos su credibilidad entre los inversores y dañando gravemente su cotización. Su última desgracia fue el descubrimiento de un agujero de 6.000 millones de dólares dejado por la desastrosa gestión de Westinghouse, firma estadounidense adquirida en 2015 con el propósito de mejorar su posición estratégica como constructor de plantas de energía nuclear.
La venta de la división de chips de memoria proporcionará a Toshiba un importante balón de oxígeno, pero también le obliga a desprenderse de uno de sus departamentos de mayor éxito.