Según varios analistas consultados por el diario The Washington Post, la situación es tan grave que la compañía podría tener que declararse en bancarrota.
Hace apenas unos días los incesantes problemaseconómicos de Toshiba la llevaron a valorar la posible venta parcial de su afamada división de producción de chips de memoria flash, una de las joyas de la corona, pero ahora se habla de que la compañía podría llegar a ceder el control sobre la misma. Reuters señala que Foxconn es una de las firmas que se habrían interesado en este departamento cuando Toshiba todavía barajaba vender el 20% del mismo.
El escaso control de Westinghouse amenaza con arruinar a Toshiba
Toshiba lleva encadenando un golpe detrás de otro. Tras varios traspiés notables (como su multa en Europa por pactar los precios de los tubos de rayos catódicos), en septiembre de 2015 la compañía se vio forzada a reducir retroactivamente las ganancias de los anteriores siete años tras reconocer gravísimas irregularidades en su contabilidad, lo que causó un enorme escándalo en Japón, donde tiene cerca de 200.000 empleados. Pero la división de energía nuclear del grupo podría llevar su crisis al punto de no retorno.
En 2006 Toshiba pagó 5.400 millones de dólares para hacerse con el control de la empresa estadounidense Westinghouse y mejorar la posición del grupo en la industria de la energía nuclear, solo para descubrir a finales del mes pasado que el control sobre su filial había sido escaso, permitiendo un comportamiento temerario que ahora le pasa factura. De forma más concreta, Westinghouse compró en 2015 la constructora de centrales nucleares CB&I Stone & Webster por una cantidad superior a su valor real y presionando a los empleados que tenían que supervisar la operación, lo que a su vez redundó en proyectos con sobrecostes que superan por mucho las estimaciones iniciales.
Las acciones de Toshiba están en caída libre.
La desastrosa gestión de Westinghouse (que ahora es objeto de una investigación interna) deja a Toshiba con unas pérdidas inesperadas de más de 6.000 millones de dólares, el abandono por parte del grupo japonés de sus ambiciones como constructor de centrales nucleares fuera de Japón y un futuro incierto después de que su valor en bolsa haya caído más de un 50% desde el mes de diciembre.