Según ha señalado el propio Carmack, su participación en las labores técnicas de Oculus solo precisará una mínima parte de su tiempo. El resto lo dedicará a la denominada como inteligencia artificial fuerte o AGI (del inglés Artificial General Intelligence), un campo que considera "enormemente valioso" y en el que tiene una oportunidad "no despreciable" de hacer mella.
Carmack trabajará desde casa y aparentemente implicará a su propio hijo en sus proyectos, convirtiéndose en lo que ufanamente ha descrito como un "caballero científico victoriano". De acuerdo con sus propias palabras, de no haberse inclinado por el desarrollo de inteligencias artificiales fuertes, habría dedicado sus esfuerzos a la creación de reactores de fisión nuclear, "que no habrían sido adecuados para ese estilo de trabajo".
En cuanto a las responsabilidades de Carmack en Oculus una vez que finalice esta transición, un portavoz ha señalado a la revista Variety que seguirá trabajando en proyectos para mejorar la calidad visual de sistemas de realidad virtual en hardware móvil de escasa potencia. Se trata de un campo en el que tiene experiencia, puesto que desde su puesto como responsable técnico de Oculus colaboró con Samsung en el desarrollo de los visores Gear VR, recientemente cancelados por la firma surcoreana.
Carmack, recordemos, abandonó id Software en 2013 para convertirse en jefe de tecnologías de Oculus. Un año después la compañía era comprada por Facebook por 2.000 millones de dólares. Desde entonces ha estado involucrado en la creación de todo tipo de técnicas y herramientas relacionadas con sus visores de realidad virtual, así como el software necesario tanto para su funcionamiento como para la creación de contenidos.
Con la marcha de Carmack, Oculus pierde otro de sus veteranos más influyentes. Nate Mitchell, uno de sus cofundadores, dejaba la compañía el pasado agosto, mientras que Brendan Iribe y Palmer Luckey lo hicieron en 2018 y 2017, respectivamente.