Esta medida tenía por objetivo evitar fintas como la realizada por ARM para mantener su relación comercial con Huawei y supone el bloqueo de facto de venta de componentes, puesto que es casi imposible fabricar un chipset móvil desprovisto de tecnología estadounidense.
Ahora, el diario japonés Nikkei señala que TSMC, uno de los mayores fabricantes de chips del mundo, ha dejado de aceptar nuevos encargos de Huawei. La producción que ya estuviera contratada saldrá adelante, porque así lo permite la legislación estadounidense (que concede un plazo de 120 días para realizar los envíos), pero a partir de entonces Huawei dejará de ser uno de sus clientes y deberá buscarse un nuevo proveedor de chips.
Aunque existe la creencia de que Huawei produce sus propios componentes, lo cierto es que se trata de un fabricante fabless. Su filial HiSilicon carece de fundiciones propias, por lo que diseña unos chipsets cuya producción se deriva a proveedores externos. Así las cosas, esta medida podría dejar muy tocada a Huawei, puesto que casi todos sus últimos chipsets son fabricados por TSMC usando su propio proceso de 7 nm. Huawei, además, se encontraba entre la lista de clientes que ya tenían previsto un hueco en su calendario de 5 nm.
Perder el suministro de TSMC de forma permanente podría ser desastroso para Huawei, puesto que la firma taiwanesa es, junto a Samsung, la única con un proceso de 7 nm maduro y con la capacidad necesaria. La cuestión es que Samsung ya tiene cerrados sus calendarios de producción y difícilmente podría dar cabida a las necesidades de Huawei (por no hablar de que posiblemente el grupo surcoreano tampoco querrá meterse en problemas), lo que deja a Huawei sin una salida a la vista. Asimismo, alternativas emergentes como la china Semiconductor Manufacturing International Corporation (SMIC) aún no son viables. Huawei ya trabaja con esta firma para fabricar el Kirin 710A, pero por ahora utiliza un proceso a 14 nm que está muy por detrás de los requisitos de los chipsets de gama alta.
TSMC, por su parte, también se llevaría un buen golpe de cortar su relación comercial con Huawei de forma permanente. El fabricante chino de teléfonos e infraestructuras electrónicas es su segundo mayor cliente, solo superado por Apple, y representa entre el 15 % y el 20 % de sus ingresos.
Como detalle interesante (y tangencialmente relacionado), TSMC anunció el viernes pasado que construirá una nueva factoría de 5 nm en Estados Unidos. Estas instalaciones no estarán operativas hasta 2024 y tendrán una capacidad mucho más pequeña que la de sus fundiciones actuales (20.00 obleas al mes frente a las 100.000 obleas de las gigafabs taiwanesas), por lo que posiblemente sus productos no irán destinados al mercado de consumo, sino que a clientes concretos como los cubiertos por la iniciativa Trusted Foundry, un programa poco conocido por el gran público con el que el gobierno busca mantener una producción local y controlada de semiconductores para sectores estratégicos.
Huawei responde: el impacto es "inevitable"
Si bien la ruptura con TSMC aún no es oficial, Huawei ha emitido un comunicado en el que señala que la decisión de reforzar las restricciones de exportación es "arbitraria y perniciosa", añadiendo que "a largo plazo, dañará la confianza y la colaboración con la industria global de los semiconductores”.
“Estados Unidos está utilizando su fortaleza tecnológica para aplastar compañías fuera de sus fronteras. Esto no solo socavará la confianza que las compañías internacionales tienen en la tecnología y las cadenas de suministro de Estados Unidos, sino que terminará dañando a los intereses de Estados Unidos", apostilla. El comunicado finaliza señalando que la actividad de Huawei se verá afectada de forma inevitable, aunque no explica de qué forma ni en qué grado.