En total, el fabricante de tarjetas gráficas obtuvo unos ingresos de 5.931 millones de dólares, de donde pudo extraer unos exiguos 680 millones de dólares en beneficios; un 72 % menos que durante el mismo periodo del año pasado.
¿Cómo ha sido posible semejante hundimiento? En parte, porque algunos de sus productos más rentables simplemente no se venden. Sirva de ejemplo la división gaming, que generó unas ventas de 1.570 millones de dólares durante el tercer trimestre, lo que supone una caída del 51 % si se compara con los datos de 2021. Nvidia atribuye este hundimiento a que los fabricantes de ordenadores tienen mucho stock de piezas en sus almacenes, pero también a que está vendiendo menos tarjetas gráficas a las tiendas, admitiendo que hay más inventario que demanda.
La implosión del mercado de la minería tampoco ha jugado a su favor, y si antiguamente llegó a constreñir el suministro de tarjetas gráficas a los jugadores, ahora supone una parte ínfima de su negocio. Solo hay que ver que el apartado "otros" de sus cuentas, donde se incluyen los chips para minado de criptodivisas, apenas generó 73 millones de dólares en ingresos, con ventas descritas como "nominales".
Si los resultados de Nvidia no fueron peores durante este trimestre se debe en gran medida al buen comportamiento de las ventas para centros de datos. Incluso con una demanda más débil desde China, lo que redujo los márgenes de beneficios, la división Data Center tuvo unas ventas de 3.830 millones de dólares, un saludable incremento interanual del 31 %. Podrían haber sido mayores, pero las sanciones a China han empezado a cobrarse su precio.
Según Jensen Huang, CEO de Nvidia, la firma se está "adaptando rápidamente al entorno macro, corrigiendo los niveles de inventario y allanando el camino para el lanzamiento de nuevos productos", lo que probablemente implica seguir vaciando los almacenes con ofertas.