Hoy es un gran día:
He conseguido econtrar una unidad de la Hartung Game Master impoluta y nueva, pero nueva a estrenar, con sus plásticos, corchos, pilas e incluso altavoces, sin abrir.
Para el que no sepa nada sobre la consola, es un aparato que se lanzó a principios de los 90 intentando montarse en la ola que provocó la Game Boy. De potencia ridícula y con lamentables juegos, exceptuando quizá el clon del Tetris que se ve encima de la consola.
Me la regalaron los padres en mi primera comunión, alla por el 92. Supongo que fueron a la juguetería del barrio (único sitio en el que pude encontrar juegos para ella, los que se ven en la foto son los que he conservado durante más de 20 años) y habiendo oído algo de la moda del Tetris, preguntaron por una consola sin tener ni repajolera idea y el astuto comerciante les endiñó esta maquina de pesadilla. Han pasado los años, y aunque entonces me diera bastante bajona al compararla con las Game Boys y Game Gears de mis amigos, la ilusión que me hizo cuando me la regalaron fue increíble, fue mi primera consola.
Hoy la he recibido y el ponerla en marcha, y escuchar de nuevo sus repetitivas melodías, disfrutar de lo ortopédico del control y de sus lamentables gráficos, no ha tenido precio.