La pista de remo de los Juegos, infestada de plantas enredaderas
Las aguas de Shunyi muestran una alta contaminación y desprenden un desagradable olor
El parque olímpico de remo y canoa de Shunyi, al noroeste de Pekín, hace aguas. Allí es donde tendrán que palear los gallegos David Cal (defenderá el oro en C-1 1.000 y la plata en C-1 500 logrados en Atenas), Teresa Portela, Perucho y Sonia Molanes. Si pueden, porque estos días cientos de voluntarios están trabajando a destajo para limpiar la pista de las plantas enredaderas que la han atorado hasta el límite. De hecho, el punto de salida y la meta no podían distinguirse por la densidad de la concentración de plantas en el canal de Shunyi. Las operaciones de limpieza se están llevando a cabo con la ayuda de redes manipuladas desde lanchas neumáticas y desde la propia orilla de forma manual.
Los remeros competirán desde el 9 al 17 de agosto y el eslalon se decidirá del 11 al 14. Las pruebas de velocidad se celebrarán desde el 18 hasta el 23 de agosto y la pista estará limpia para entonces, no sin dificultades. Ya en los días previos a los Juegos Olímpicos de Atenas sucedió algo similar y finalmente los palistas pudieron competir sin problemas.
En lo relacionado con la influencia de este contratiempo en la competición para los gallegos, si la pista no está limpia resulta más perjudicial para los kayaks que para las canoas, ya que el timón que poseen las primeras embarcaciones podría enredarse con las plantas que ahora ocupan el lecho del centro acuático de Shunyi, lo que las frenaría en su avance. El efecto sobre las canoas sería menor.
Por otra parte, un análisis positivo permite concluir que la proliferación de este tipo de vegetación es un indicativo de que la temperatura de la pista es elevada y recibe gran cantidad de luz solar, lo que la convierte en una pista rápida, algo que beneficia especialmente a David Cal. El resto de los gallegos también podrían verse beneficiados por esta circunstancia.
Contaminación y olores
Además, el centro de Shunyi se ha encontrado con otros problemas en sus aguas. Por un lado, su construcción implicó una actuación sobre el cauce del río Wenyu, cuyas aguas fueron desviadas para llenar el lecho del río Chaobai, seco desde hace casi una década. Sin embargo, las aguas del Chenyu habían sido calificadas en numerosas ocasiones con el índice más alto de contaminación posible, de manera que el hermoso impacto visual que supone el parque acuático olímpico contrasta radicalmente con la agresión que sufre la pituitaria del espectador cuando se aproxima al recinto.
Más algas y mosquitos
No es la primera vez que la naturaleza se revuelve contra los Juegos Olímpicos. La organización concluyó ayer la limpieza de la costa de Qingdao, donde se celebrarán las competiciones de vela. Un aluvión de algas procedente del mar Amarillo inutilizó ochocientos kilómetros de litoral y los voluntarios ya han retirado unas 576.000 toneladas, acumuladas desde mediados del mes pasado y que hacían imposible la competición.
La causa podría haber sido un incremento de las temperaturas y las precipitaciones, que multiplicaron los nutrientes del agua en la que se desarrollan las algas invasivas. Algunas embarcaciones que se aventuraron a cruzar las aguas de Qingdao estuvieron a punto de hundirse y sus motores se atrancaron debido a la imposibilidad de cortar el vegetal marino.
Tres mil voluntarios y cinco mil soldados en unos mil barcos se encargaron de limpiar la zona, que quedó aislada mediante una red de más de tres kilómetros de longitud. Unas gigantescas mangueras absorbían las algas en el agua y las depositaban en la orilla, donde eran recogidas y transportadas por enormes camiones.