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Valmont escribió:Suerte de la cámara del conductor, porque le iba a denunciar por abusos...
https://sumarium.info/2024/11/18/me-arrepiento-chilena-que-discrimino-a-conductor-venezolano-le-pide-disculpas/
Falkiño escribió:Lo mejor es cómo se las sabe la muchacha esa. Se sienta delante y con la misma empieza a gritarle degenerado y que lo va a denunciar por acoso sexual, mientras a su vez le saca fotos y habla por WhatsApp con alguna amiga contándole "lo que está pasando" para así sumar más a su caso. Cualquiera diría que es una actitud aprendida para victimizarse, siguiendo un guión. Suerte para el conductor que tenía cámara grabando y ahora la denunciada es ella. Por hija de puta.
Un saludo!
Valmont escribió:Suerte de la cámara del conductor, porque le iba a denunciar por abusos...
https://sumarium.info/2024/11/18/me-arrepiento-chilena-que-discrimino-a-conductor-venezolano-le-pide-disculpas/
Assumpta acusó de malos tratos a su ex marido, que resultó inocente, y durante años mantuvo su trabajo en un juzgado, mientras sus hijos se criaban en una cárcel a la vista de todos. Sólo de adolescentes dieron un paso al frente y empezaron a grabar las amenazas y abusos de su madre, que ha aceptado siete años de prisión
josem138 escribió:Hay una consulta que me surge.
¿Por qué se fomenta tanto a Pedroche y sus vestidos? Se está vendiendo una cosificación de la mujer clarísimamente y parece que se aplauda ese machismo. Me sorprende que tengan tanta audencia solo por eso. ¿Es que como aporta dinero a eso no hay quejas?
josem138 escribió:Hay una consulta que me surge.
¿Por qué se fomenta tanto a Pedroche y sus vestidos? Se está vendiendo una cosificación de la mujer clarísimamente y parece que se aplauda ese machismo. Me sorprende que tengan tanta audencia solo por eso. ¿Es que como aporta dinero a eso no hay quejas?
josem138 escribió:Hay una consulta que me surge.
¿Por qué se fomenta tanto a Pedroche y sus vestidos? Se está vendiendo una cosificación de la mujer clarísimamente y parece que se aplauda ese machismo. Me sorprende que tengan tanta audencia solo por eso. ¿Es que como aporta dinero a eso no hay quejas?
Adris escribió:Valmont escribió:Suerte de la cámara del conductor, porque le iba a denunciar por abusos...
https://sumarium.info/2024/11/18/me-arrepiento-chilena-que-discrimino-a-conductor-venezolano-le-pide-disculpas/
- "Para verle las piernas".
Ya hay que estar enferma, como la del metro, que se pone como loca, porque la dejan pasar.
Es el problema de haber dejado el mando de los países en manos de deficientes.
La palabra de la mujer vale como prueba. Y los borreguitos aplaudiendo.
Pero ya sabéis. Las denuncias falsas no existen, las mujeres no mienten, y el hombre es malo por naturaleza.
Fork99 escribió:Ese vídeo no prueba absolutamente nada. O bien es un montaje con interés político o bien es una pirada recién salida del manicomio.
Lo que sí me resulta grave es que se tome la declaración de la mujer como prueba en casos de acoso sexual y derivados dinamitando así la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley. Confío en que eso nunca ocurra.
Thalandor escribió:Fork99 escribió:Ese vídeo no prueba absolutamente nada. O bien es un montaje con interés político o bien es una pirada recién salida del manicomio.
Lo que sí me resulta grave es que se tome la declaración de la mujer como prueba en casos de acoso sexual y derivados dinamitando así la presunción de inocencia y la igualdad ante la ley. Confío en que eso nunca ocurra.
Uh...oh....quien se lo dice?
Fork99 escribió:o bien es una pirada recién salida del manicomio.
«Los abogados de oficio instan a muchos denunciados a aceptar la condena por conformidad: les dicen que lo más seguro es que van a ser condenados y les impedirán ver a los hijos, pero que si aceptan la condena por conformidad solo tendrán que hacer un cursillo, un servicio a la comunidad y/o una multa y podrán ver a su hijo en un punto de encuentro», sostiene Melgar, que es mediador familiar, y que considera que esto es así porque «los juzgados de violencia de género están saturados, así se quitan casos y además abonan el relato con más condenas».
En este mismo sentido, Yobana Carril, abogada experta en derecho de familia, custodia compartida y violencia de género, sostiene que una parte de los condenados por conformidad «se declaran culpables porque no creen en la Justicia y no se arriesgan a una pena mayor»: «Si un padre tiene una denuncia de seis años de prisión y el fiscal le ofrece dos años sin entrar en la cárcel, no se arriesga».
En lo que coincide cualquiera familiarizado con el tema es en que el argumento de que sólo el 0,001% de las denuncias por violencia de género son falsas es una falacia. Este porcentaje representa en exclusiva a las denuncias en que la Fiscalía actuó de oficio y condenó a la parte denunciante. «Esa es una cifra ridícula», denuncia Melgar, que explica que si fuera así «en 2023 solo habría habido dos casos, y yo mismamente he tratado cientos sólo ese año».
«Hay una gran cantidad de denuncias con indicios de falsedad que no se persiguen», abunda Melgar, portavoz de una fundación que en 2024 atendió a más de 800 hombres maltratados, la mayoría de ellos denunciados por violencia de género. El problema, según el mediador familiar, es que «la memoria de la Fiscalía no parte de las denuncias que tienen indicios de falsedad, que oscilan en torno al 30%, sino que parte de las denuncias en las que el fiscal retira la acusación en el juicio oral, y la mayoría de denuncias falsas no llegan a juicio oral».
El alto indicio de denuncias falsas podría ser uno de los factores que ayudaría a explicar, por ejemplo, la disparada tasa de suicidio varonil. Solo en 2023, cuando se denunció a 200.000 hombres por violencia de género y se absolvió a 150.000, 2.952 varones se suicidaron. En contraste, solo 1.000 mujeres se practicaron la autolisis.
La abogada Yobana Carril, tras haber estudiado profusamente la materia, sostiene que entre un 75% y un 80% de los hombres que se suicidan estaban inmersos en un proceso de divorcio viciado por la Ley Integral de Violencia de Género. «No es tanto por el divorcio en sí. La mayoría de casos son de hombres que llevan años sin ver a sus hijos. Algunos de ellos no saben ni dónde están», explica.
Valmont escribió:
Finalmente, algo de lo que no se habla. Estos muertos simplemente, no importan:El alto indicio de denuncias falsas podría ser uno de los factores que ayudaría a explicar, por ejemplo, la disparada tasa de suicidio varonil. Solo en 2023, cuando se denunció a 200.000 hombres por violencia de género y se absolvió a 150.000, 2.952 varones se suicidaron. En contraste, solo 1.000 mujeres se practicaron la autolisis.
La abogada Yobana Carril, tras haber estudiado profusamente la materia, sostiene que entre un 75% y un 80% de los hombres que se suicidan estaban inmersos en un proceso de divorcio viciado por la Ley Integral de Violencia de Género. «No es tanto por el divorcio en sí. La mayoría de casos son de hombres que llevan años sin ver a sus hijos. Algunos de ellos no saben ni dónde están», explica.
Thalandor escribió:Esto no es verdad, los suicidios por parte de hombres se han producido en mayor número de toda la vida. Puedo estar de acuerdo que de un tiempo para aquí el proceso de divorcio y la ley es un factor importante pero no el único y la verdad, como bien dices es un tema al que nadie jamás le ha importado.
El alto indicio de denuncias falsas podría ser uno de los factores que ayudaría a explicar, por ejemplo, la disparada tasa de suicidio varonil.
Schwefelgelb escribió:@seaman ni siquiera tengo claro que antes no estuviera mal visto pegar a la mujer, al menos no más que pegar a los hijos.
En determinadas zonas, durante un tiempo, desde luego. Como algo general, no creo, Daniel Jiménez en su libro tiene una revisión histórica sobre el tema y había castigos bien fuertes desde hace siglos.
Schwefelgelb escribió:Dan la razón al padre de Sergio y obligan a la consejería de igualdad y juventud de Almería a indemnizarle con 140000€: nadie movió un dedo para proteger a su hijo pese a las numerosas denuncias puestas contra la madre.
https://www.diariodealmeria.es/almeria/ ... 02276.html
La indemnización sirve de poco, no le va a traer a la vida y por desgracia, como "el dinero público no es de nadie" no creo que cambie la forma de actuar para evitar futuros casos, pero es un paso.
Recuerdo perfectamente aquella vez en que mi amiga M. vino a mi piso y me confesó que su novio se negaba a follar con ella si perdía el Barça. Estábamos en la Universidad, su novio venía a verla casi todos los fines de semana y se quedaba en su casa, pero, si perdía su equipo, no se acostaban, tampoco la besaba, ni la tocaba. Ni siquiera le hablaba, se convertía en un ser ausente que se paseaba cabizbajo por su habitación durante un par de días. El tipo no le levantaba la voz ni mucho menos le pegaba, y supongo que hay quién pensaría que no la maltrataba, sin embargo, pocos castigos me resultan más misóginos, infantiles y absurdos que ignorar a tu pareja porque ha perdido un equipo de fútbol, de básquet o de tenis de mesa. Pensaba que esto era una excentricidad, pero, con los años, he conocido a otras mujeres que padecieron en sus carnes la depresión post partido, que incluía desde escenitas dramáticas con necesidad de consuelo materno, hasta meterse en la cama a llorar un par de días. Ellas ni siquiera tenían la oportunidad de enfadarse porque ellos no les habían hecho nada (no hacer nada era, literalmente, lo que mejor los definía), solo estaban súper tristes. Se supone que cuando se rondan los 40 ya estamos mayorcitos para estos espectáculos ¿o no?
En el primer capítulo de la serie I Am (en Movistar Plus) se recrea la decadencia de una relación de pareja en donde el hombre, Adam, ejerce un maltrato silencioso sobre su mujer, Nicola, que constantemente es agredida con comentarios hirientes, ausencias y silencio. A él solo le importan sus propias necesidades y deseos, y por eso es él quien se pone triste si ella se enfada porque él le pide que no lleve determinada ropa (y, al final, consigue que ella no vaya a dónde quiere ir), es él al que le da el bajón si ella le recrimina que no se encargue nunca de las tareas domésticas (ni siquiera de su propia alimentación), y es él quien va como un alma en pena ante la mínima subida de tono de ella, que convive con un inútil caprichoso y un celoso de manual. Nicola se enfrenta a su pareja como lo haría cualquier ser humano vivo, discutiendo y argumentando su enfado, mientras que él responde como lo haría una zarigüeya: haciéndose el muerto. En cada discusión, la estrategia de Adam siempre es la misma, o bien no responde, o pone cara de criatura asustada y llena la mirada de ese vacío característico de los perros recién abandonados. Conozco muy bien esa mirada y sé el efecto que genera en los índices de cortisol.
Hacerse el tonto es una de las muchas formas de aplicar luz de gas, que es una versión de maltrato psicológico muy sutil y que tiene un impacto brutal sobre la salud mental de la víctima, porque la hace dudar de sus propias percepciones y experiencias. Fingir que eso de lo que te están hablando no va contigo, que no tienes ni idea de lo que tu pareja te reprocha, fruncir el ceño mostrando sorpresa o espanto ante tal o cual acusación, supone una perversión de la realidad y también una deslegitimación de los sentimientos de la otra persona y, por supuesto, también repercute en la impresión que los demás tienen de la relación. Una conocida me comenta “Desde fuera, siempre parecía que la que controlaba la relación era yo, que yo tenía mucho genio y él aguantaba mi mala leche. Hasta yo me lo creí durante un tiempo.”
Al no encontrar respuesta ni explicación alguna a los comportamientos mezquinos e irresponsables de su pareja, Nicola se cabrea más y más y, así, van entrando en una espiral de malos tratos sibilina en la que ella acaba completamente desquiciada y agotada, mientras Adam podría presentarse a si mismo como el damnificado de las peloteras de su mujer. Seguramente, si cualquier vecino pegase la oreja a la puerta durante una de sus broncas, solo la escucharía chillar a ella. Y luego dicen que nosotras nos hacemos muy bien las víctimas.
Desde que vi el episodio de la serie compartí con varias mujeres infinitos ejemplos de luz de gas similares a este, como cuando te desquicias discutiendo y el otro se pone en modo mute durante días, o cuando le estás echando la bronca por algo que ha hecho mal y desvía la atención hacia tu ira para sacarla de su propio comportamiento (mira cómo te pones, o peor, mira cómo se pone tu madre), cuando se hace el asustado (¿me estás amenazando?), cuando te ven llorando y no se acercan a ti para dejarte espacio y, en definitiva, cuando la cagan, una y otra vez, y no piden perdón hasta que estás tan en el límite que amenazas con dejar la relación o directamente la dejas, y entonces (¡y solo entonces!) el canalla empieza a llorar, se pone de rodillas y te dice que sin ti no es nada, aunque a ti te esté amargando la existencia. “Me hacía sentir controladora porque no me gustaba que tuviese posters de mujeres desnudas en la habitación o por desconectar el móvil durante dos semanas cuando se iba de viaje con sus amigos, cuando estaba claro que era yo la que estaba subordinada en aquella relación, pero lo único que se veía eran mis rabietas” me comenta otra compañera.
¿Algo más irritante que el tipo que se queda impávido mientras le están cantando las 40 por haberse gastado el dinero del alquiler o por haberte mentido una y otra vez? ¿Alguien más odioso que el que no contesta a tus “provocaciones” porque te respeta mucho? Tengo claro que todos estos elementos machistas no discuten porque prefieren que lo hagas tú. No gritan porque quieren que lo hagas tú. Y dicen que jamás te pegarían para demostrarte que, si algún día lo hacen, la que empezaste fuiste tú.
Park Chu Young escribió:En gran parte, porque parece que lo haya escrito directamente mi ex Podrían ser sus mismas palabras. Especialmente esa insistencia en que la pareja pida perdón.
Y me siento horriblemente reflejado. En parte me hace sentir culpable (es hacer nada una forma de abuso?), pero en parte hay cosas que me chirrían. Como el ridiculizar inmediatamente cualquier muestra de sensibilidad masculina. O el hecho de quejarse de que el novio no provee sexo (yo soy ace, pero se aplica igualmente) por X motivo, me da la sensación de que cambias el género y sonaría horrible.
Necesito segundas opiniones. En cualquier sentido. Es esto una cuestión de género y dobles estándares, o más bien una forma particular que tenemos algunos hombres de seguir siendo unos capullos?
Park Chu Young escribió:No sé si es el hilo más adecuado, aunque no puedo evitar pensar que tiene mucho que ver con el género, pero quisiera compartir este artículo...
https://www.publico.es/opinion/columnas ... cuten.htmlRecuerdo perfectamente aquella vez en que mi amiga M. vino a mi piso y me confesó que su novio se negaba a follar con ella si perdía el Barça. Estábamos en la Universidad, su novio venía a verla casi todos los fines de semana y se quedaba en su casa, pero, si perdía su equipo, no se acostaban, tampoco la besaba, ni la tocaba. Ni siquiera le hablaba, se convertía en un ser ausente que se paseaba cabizbajo por su habitación durante un par de días. El tipo no le levantaba la voz ni mucho menos le pegaba, y supongo que hay quién pensaría que no la maltrataba, sin embargo, pocos castigos me resultan más misóginos, infantiles y absurdos que ignorar a tu pareja porque ha perdido un equipo de fútbol, de básquet o de tenis de mesa. Pensaba que esto era una excentricidad, pero, con los años, he conocido a otras mujeres que padecieron en sus carnes la depresión post partido, que incluía desde escenitas dramáticas con necesidad de consuelo materno, hasta meterse en la cama a llorar un par de días. Ellas ni siquiera tenían la oportunidad de enfadarse porque ellos no les habían hecho nada (no hacer nada era, literalmente, lo que mejor los definía), solo estaban súper tristes. Se supone que cuando se rondan los 40 ya estamos mayorcitos para estos espectáculos ¿o no?
En el primer capítulo de la serie I Am (en Movistar Plus) se recrea la decadencia de una relación de pareja en donde el hombre, Adam, ejerce un maltrato silencioso sobre su mujer, Nicola, que constantemente es agredida con comentarios hirientes, ausencias y silencio. A él solo le importan sus propias necesidades y deseos, y por eso es él quien se pone triste si ella se enfada porque él le pide que no lleve determinada ropa (y, al final, consigue que ella no vaya a dónde quiere ir), es él al que le da el bajón si ella le recrimina que no se encargue nunca de las tareas domésticas (ni siquiera de su propia alimentación), y es él quien va como un alma en pena ante la mínima subida de tono de ella, que convive con un inútil caprichoso y un celoso de manual. Nicola se enfrenta a su pareja como lo haría cualquier ser humano vivo, discutiendo y argumentando su enfado, mientras que él responde como lo haría una zarigüeya: haciéndose el muerto. En cada discusión, la estrategia de Adam siempre es la misma, o bien no responde, o pone cara de criatura asustada y llena la mirada de ese vacío característico de los perros recién abandonados. Conozco muy bien esa mirada y sé el efecto que genera en los índices de cortisol.
Hacerse el tonto es una de las muchas formas de aplicar luz de gas, que es una versión de maltrato psicológico muy sutil y que tiene un impacto brutal sobre la salud mental de la víctima, porque la hace dudar de sus propias percepciones y experiencias. Fingir que eso de lo que te están hablando no va contigo, que no tienes ni idea de lo que tu pareja te reprocha, fruncir el ceño mostrando sorpresa o espanto ante tal o cual acusación, supone una perversión de la realidad y también una deslegitimación de los sentimientos de la otra persona y, por supuesto, también repercute en la impresión que los demás tienen de la relación. Una conocida me comenta “Desde fuera, siempre parecía que la que controlaba la relación era yo, que yo tenía mucho genio y él aguantaba mi mala leche. Hasta yo me lo creí durante un tiempo.”
Al no encontrar respuesta ni explicación alguna a los comportamientos mezquinos e irresponsables de su pareja, Nicola se cabrea más y más y, así, van entrando en una espiral de malos tratos sibilina en la que ella acaba completamente desquiciada y agotada, mientras Adam podría presentarse a si mismo como el damnificado de las peloteras de su mujer. Seguramente, si cualquier vecino pegase la oreja a la puerta durante una de sus broncas, solo la escucharía chillar a ella. Y luego dicen que nosotras nos hacemos muy bien las víctimas.
Desde que vi el episodio de la serie compartí con varias mujeres infinitos ejemplos de luz de gas similares a este, como cuando te desquicias discutiendo y el otro se pone en modo mute durante días, o cuando le estás echando la bronca por algo que ha hecho mal y desvía la atención hacia tu ira para sacarla de su propio comportamiento (mira cómo te pones, o peor, mira cómo se pone tu madre), cuando se hace el asustado (¿me estás amenazando?), cuando te ven llorando y no se acercan a ti para dejarte espacio y, en definitiva, cuando la cagan, una y otra vez, y no piden perdón hasta que estás tan en el límite que amenazas con dejar la relación o directamente la dejas, y entonces (¡y solo entonces!) el canalla empieza a llorar, se pone de rodillas y te dice que sin ti no es nada, aunque a ti te esté amargando la existencia. “Me hacía sentir controladora porque no me gustaba que tuviese posters de mujeres desnudas en la habitación o por desconectar el móvil durante dos semanas cuando se iba de viaje con sus amigos, cuando estaba claro que era yo la que estaba subordinada en aquella relación, pero lo único que se veía eran mis rabietas” me comenta otra compañera.
¿Algo más irritante que el tipo que se queda impávido mientras le están cantando las 40 por haberse gastado el dinero del alquiler o por haberte mentido una y otra vez? ¿Alguien más odioso que el que no contesta a tus “provocaciones” porque te respeta mucho? Tengo claro que todos estos elementos machistas no discuten porque prefieren que lo hagas tú. No gritan porque quieren que lo hagas tú. Y dicen que jamás te pegarían para demostrarte que, si algún día lo hacen, la que empezaste fuiste tú.
En gran parte, porque parece que lo haya escrito directamente mi ex Podrían ser sus mismas palabras. Especialmente esa insistencia en que la pareja pida perdón.
Y me siento horriblemente reflejado. En parte me hace sentir culpable (es hacer nada una forma de abuso?), pero en parte hay cosas que me chirrían. Como el ridiculizar inmediatamente cualquier muestra de sensibilidad masculina. O el hecho de quejarse de que el novio no provee sexo (yo soy ace, pero se aplica igualmente) por X motivo, me da la sensación de que cambias el género y sonaría horrible.
Necesito segundas opiniones. En cualquier sentido. Es esto una cuestión de género y dobles estándares, o más bien una forma particular que tenemos algunos hombres de seguir siendo unos capullos?
Park Chu Young escribió:No sé si es el hilo más adecuado, aunque no puedo evitar pensar que tiene mucho que ver con el género, pero quisiera compartir este artículo...
https://www.publico.es/opinion/columnas ... cuten.htmlRecuerdo perfectamente aquella vez en que mi amiga M. vino a mi piso y me confesó que su novio se negaba a follar con ella si perdía el Barça. Estábamos en la Universidad, su novio venía a verla casi todos los fines de semana y se quedaba en su casa, pero, si perdía su equipo, no se acostaban, tampoco la besaba, ni la tocaba. Ni siquiera le hablaba, se convertía en un ser ausente que se paseaba cabizbajo por su habitación durante un par de días. El tipo no le levantaba la voz ni mucho menos le pegaba, y supongo que hay quién pensaría que no la maltrataba, sin embargo, pocos castigos me resultan más misóginos, infantiles y absurdos que ignorar a tu pareja porque ha perdido un equipo de fútbol, de básquet o de tenis de mesa. Pensaba que esto era una excentricidad, pero, con los años, he conocido a otras mujeres que padecieron en sus carnes la depresión post partido, que incluía desde escenitas dramáticas con necesidad de consuelo materno, hasta meterse en la cama a llorar un par de días. Ellas ni siquiera tenían la oportunidad de enfadarse porque ellos no les habían hecho nada (no hacer nada era, literalmente, lo que mejor los definía), solo estaban súper tristes. Se supone que cuando se rondan los 40 ya estamos mayorcitos para estos espectáculos ¿o no?
En el primer capítulo de la serie I Am (en Movistar Plus) se recrea la decadencia de una relación de pareja en donde el hombre, Adam, ejerce un maltrato silencioso sobre su mujer, Nicola, que constantemente es agredida con comentarios hirientes, ausencias y silencio. A él solo le importan sus propias necesidades y deseos, y por eso es él quien se pone triste si ella se enfada porque él le pide que no lleve determinada ropa (y, al final, consigue que ella no vaya a dónde quiere ir), es él al que le da el bajón si ella le recrimina que no se encargue nunca de las tareas domésticas (ni siquiera de su propia alimentación), y es él quien va como un alma en pena ante la mínima subida de tono de ella, que convive con un inútil caprichoso y un celoso de manual. Nicola se enfrenta a su pareja como lo haría cualquier ser humano vivo, discutiendo y argumentando su enfado, mientras que él responde como lo haría una zarigüeya: haciéndose el muerto. En cada discusión, la estrategia de Adam siempre es la misma, o bien no responde, o pone cara de criatura asustada y llena la mirada de ese vacío característico de los perros recién abandonados. Conozco muy bien esa mirada y sé el efecto que genera en los índices de cortisol.
Hacerse el tonto es una de las muchas formas de aplicar luz de gas, que es una versión de maltrato psicológico muy sutil y que tiene un impacto brutal sobre la salud mental de la víctima, porque la hace dudar de sus propias percepciones y experiencias. Fingir que eso de lo que te están hablando no va contigo, que no tienes ni idea de lo que tu pareja te reprocha, fruncir el ceño mostrando sorpresa o espanto ante tal o cual acusación, supone una perversión de la realidad y también una deslegitimación de los sentimientos de la otra persona y, por supuesto, también repercute en la impresión que los demás tienen de la relación. Una conocida me comenta “Desde fuera, siempre parecía que la que controlaba la relación era yo, que yo tenía mucho genio y él aguantaba mi mala leche. Hasta yo me lo creí durante un tiempo.”
Al no encontrar respuesta ni explicación alguna a los comportamientos mezquinos e irresponsables de su pareja, Nicola se cabrea más y más y, así, van entrando en una espiral de malos tratos sibilina en la que ella acaba completamente desquiciada y agotada, mientras Adam podría presentarse a si mismo como el damnificado de las peloteras de su mujer. Seguramente, si cualquier vecino pegase la oreja a la puerta durante una de sus broncas, solo la escucharía chillar a ella. Y luego dicen que nosotras nos hacemos muy bien las víctimas.
Desde que vi el episodio de la serie compartí con varias mujeres infinitos ejemplos de luz de gas similares a este, como cuando te desquicias discutiendo y el otro se pone en modo mute durante días, o cuando le estás echando la bronca por algo que ha hecho mal y desvía la atención hacia tu ira para sacarla de su propio comportamiento (mira cómo te pones, o peor, mira cómo se pone tu madre), cuando se hace el asustado (¿me estás amenazando?), cuando te ven llorando y no se acercan a ti para dejarte espacio y, en definitiva, cuando la cagan, una y otra vez, y no piden perdón hasta que estás tan en el límite que amenazas con dejar la relación o directamente la dejas, y entonces (¡y solo entonces!) el canalla empieza a llorar, se pone de rodillas y te dice que sin ti no es nada, aunque a ti te esté amargando la existencia. “Me hacía sentir controladora porque no me gustaba que tuviese posters de mujeres desnudas en la habitación o por desconectar el móvil durante dos semanas cuando se iba de viaje con sus amigos, cuando estaba claro que era yo la que estaba subordinada en aquella relación, pero lo único que se veía eran mis rabietas” me comenta otra compañera.
¿Algo más irritante que el tipo que se queda impávido mientras le están cantando las 40 por haberse gastado el dinero del alquiler o por haberte mentido una y otra vez? ¿Alguien más odioso que el que no contesta a tus “provocaciones” porque te respeta mucho? Tengo claro que todos estos elementos machistas no discuten porque prefieren que lo hagas tú. No gritan porque quieren que lo hagas tú. Y dicen que jamás te pegarían para demostrarte que, si algún día lo hacen, la que empezaste fuiste tú.
En gran parte, porque parece que lo haya escrito directamente mi ex Podrían ser sus mismas palabras. Especialmente esa insistencia en que la pareja pida perdón.
Y me siento horriblemente reflejado. En parte me hace sentir culpable (es hacer nada una forma de abuso?), pero en parte hay cosas que me chirrían. Como el ridiculizar inmediatamente cualquier muestra de sensibilidad masculina. O el hecho de quejarse de que el novio no provee sexo (yo soy ace, pero se aplica igualmente) por X motivo, me da la sensación de que cambias el género y sonaría horrible.
Necesito segundas opiniones. En cualquier sentido. Es esto una cuestión de género y dobles estándares, o más bien una forma particular que tenemos algunos hombres de seguir siendo unos capullos?
Vakooficial escribió:Gibraltar abrirá un refugio gratuito para hombres separados o divorciados
https://www.europasur.es/gibraltar/refugio-gratuito-hombres-separados-divorciados_0_2003120179.html
Obviamente en España les explota la cabeza. Acabo de ver a la Carla Galeote o algo así diciendo que es que también hay más gente que necesita refugio, y la de Gibraltar diciendo que hay ayudas para todos. Jaque Mate