Hablando estrictamente de números, AMD ha declarado unos ingresos brutos de 1.220 millones de dólares durante el segundo trimestre de este año, lo que supone un alza del 19% frente a los 1.030 millones del mismo periodo del año pasado. Una vez descontados los gastos, este monto se tradujo en una pérdida trimestral de 16 millones de dólares.
Que AMD no haya podido evitar las pérdidas puede resultar decepcionante si se comparan con los 69 millones de dólares limpios obtenidos durante el segundo trimestre de 2016, pero pese a ello las cifras muestran una trayectoria positiva. Como referencia, las pérdidas netas de AMD durante el trimestre anterior fueron de 73 millones de dólares. Se trata por tanto de una mejora evidente.
Fotografía de la caja en la que vendrán empaquetados los nuevos procesadores de alto rendimiento Threadripper.
Los resultados han superado los pronósticos de los analistas y para el próximo trimestre AMD espera un aumento del 23% en sus ingresos, en gran medida gracias al lanzamiento de los nuevos procesadores Ryzen. No solo estos chips comenzarán a moverse en mayor volumen para entonces, sino que AMD habrá tenido tiempo de estrechar nuevos acuerdos de colaboración con los fabricantes de equipos.
Las tarjetas gráficas RX Vega también dejarán su huella en el ejercicio del tercer trimestre, aunque posiblemente su impacto en las finanzas de AMD se apreciará mejor durante los últimos tres meses del año. Aquí también se debería notar el lanzamiento de la futura Xbox One X, puesto que AMD será la encargada de fabricar tanto su procesador principal como su unidad de procesamiento gráfico.